En Oaxaca la reelección no funciona
Salvo excepciones, al menos en Oaxaca, la reelección no es un elemento que sirva para nuestra muy incipiente democracia, al contrario. En el gran número de casos quienes buscan reelegirse de manera inmediata, como ya lo permiten las leyes, o después de otros periodos, no son los mejores sino todo lo contrario. Hay, por supuesto, las excepciones de siempre.
No es extraño que en Oaxaca un movimiento cuyas bases se reputan del pasado, tenga tanto éxito, con un efecto electoral arrollador. Oaxaca es una entidad que como ninguna otra ha sufrido las ineficaces alternancias. Nunca como en el 2006, por ejemplo, nuestra entidad necesitó del presidencialismo imperial priista cuando el tlatoani destituía al gobernador que no servía. El pusilánime de Vicente Fox, panista, nos dejó más de seis meses abandonados en el caos destructivo que daño a Oaxaca para siempre, al grito de “que se pudra Oaxaca”. ¿Para que queremos una supuesta modernidad que no funciona en nuestra sociedad atrasada? No se trata de ser modernos de mentiritas, sino de atender la realidad concreta que nos aqueja.
Las disertaciones teóricas de los intelectuales del centro del país, que hablan de un México que ellos ven en una normalidad democrática, y no la caricatura de democracia que quienes vivimos en el sur-sureste del país padecemos. Hablan incluso de que podemos perder avances democráticos cuando en nuestras tierras los hay muy poco.
De hecho, podemos decir que en Oaxaca no hay democracia. Los 417 municipios de usos y costumbres viven en un exaltado régimen colonial donde predominan los caciques, en muchos de estos municipios atrasados la mujer no tiene derecho al voto ni de herencia, y menos a ejercer cargo público. Es donde más se violan los derechos humanos y no hay voto secreto sino a mano alzada, frente a los poderosos locales dueños del comercio o el poder político tribal.