León Felipe Ángeles Vázquez
[I]
Extrañamente, en agosto del año pasado las autoridades de cinco municipios del Istmo firmaron una “minuta de entendimiento” que les dio el gobierno de Murat para perdonar impuestos a empresas eólicas: Gloria Sánchez de Juchitán, Raúl Edgardo Benítez Mesa de El Espinal, Wilson Sánchez Chévez, de Unión Hidalgo, Oscar Toral Ríos de Asunción Ixtaltepec y Amelia Gómez Ríos de Santo Domingo Ingenio. Los traidores de siempre que venden lo importante por unos cuantos denarios para ellos.
Por su ubicación geopolítica la región del Istmo de Tehuantepec siempre ha sido codiciado por potencias económicas, desde la colonia hasta nuestros días, teniendo un sinfín de nombres para arrebatárnoslo; tratado Mclane Ocampo, plan Puebla Panamá, Proyecto Alfa Omega, Mesoamérica y actualmente las Zonas Económicas Especiales.
Nos encontramos en un panorama donde los bienes naturales son tratados como recursos explotables para un proyecto económico a nivel mundial y ningún rincón del mundo está exento a ello, ya que se puede lucrar hasta con la imaginación, las tradiciones, el pensamiento… no digamos la tierra, la palabra y la mano de obra. La incorporación del Istmo a este modelo productivo ha generado diversos problemas, ya que se ha visto como botín por los capitales multinacionales españoles, italianos, holandeses, canadienses, franceses, etc. Y claro, para la clase política de izquierda como de derecha nacional, estatal y local; donde la política institucional ha sido el vehículo para volverse terrateniente y empresario, como sabemos de muchos personajes en el Istmo.
Hélices de la putrefacción Juchiteca
Esta disputa por el erario para engordar los bolsillos de esta clase ha generado una putrefacción en la sociedad Juchiteca, pues existe un rompimiento del tejido comunitario, tanto en valores como en ética siendo muy importantes para todo el pueblo (pues el respeto es el sostén de cualquier sociedad) y con esto una corrupción brutal que ha sembrado muerte y violencia descomunal, esto a la par de la instalación de proyectos como el eólico, minerías, subestaciones eléctricas, represas, fábricas de hélices eólicas y la línea de transmisión directa más grande de América Latina (que va de Ixtepec a Morelos); algunos de éstos ya instalados y otros que están en ello siguen amenazando nuestro territorio que es donde practicamos nuestra cosmovisión y cosmovivencia, nuestro pensamiento, práctica y espiritualidad en la vida territorial.
Estas empresas son las responsables al igual que el estado en conjunto con sus tres niveles de gobierno de que cosechemos muerte y destrucción en nuestra región, principalmente Juchitán, siendo laboratorio de sus prácticas de reconfiguración de la violencia que viene dándose como “Guerra contra el narcotráfico” desde el 2006 y que tiene auge en Juchitán desde el 2013; tiene como trasfondo el control y ocupación de los territorios a nivel nacional, para la entrada de estos capitales poderosos que traen consigo a sus guardias blancas y paramilitares, además de todo el peso del aparato represor del estado (policías, militares y marina) para el despojo de los bienes naturales, simbólicos y culturales, con ello el desplazamiento forzoso, amenazando la continuidad cultural de los pueblos milenarios como los Ikoots (Mareños), Slijuala Xanuc (Chontales), Ayuuk (Mixes), Ampen (Zoques) y Binnizá (Zapotecas).
Miseria y castigo
De este contexto venimos cuando llega el 7 de septiembre del 2017 en el Istmo, cuando éste se conmocionó y una suerte de “regaño de la naturaleza nos jaló las orejas” -Dios nos está castigando por todo lo que hemos hecho-, decían mis vecinas de la séptima sección mientras rezaban. Ésta me parece una metáfora bastante acertada para estos tiempos violentos donde también no podemos negar cierto grado de culpa al dejar arrendar nuestras tierras a mega proyectos y con ello toda la violencia que trae consigo.
Otra especie de metáfora concreta que nos dio la vida ha sido quedarnos aún en los escombros, y como el ave fénix que de sus cenizas resurge, nosotros esperamos resurgir de los escombros pero seguimos sin levantarnos del todo; estos escombros son los vicios que nos ha dejado la clase política en sus prácticas clientelares y de dependencia, por aceptar un terreno, una despensa, una concesión de mototaxi o algún puesto por relaciones de compadrazgo, esto no es más que reflejo de la miseria real que sufrimos ante la crisis económica y la inconciencia del daño que provocamos.
Muchos que han escrito sobre el terremoto, nos han comentado que tanto políticos y paisanos acapararon el apoyo humanitario que llegó gracias a que muchos han pasado por el Istmo y hay un cariño profundo, además varias generaciones hemos tenido la fortuna de estudiar fuera y seguimos teniendo el vínculo afectivo de nuestra tierra, ya sea por familia, algún amor, amistades y/o solidaridad. Esta práctica clientelar se refuerza después del terremoto, al igual que se aprovecha para hacer proselitismo político y éste es innegable; las empresas eólicas como mineras mañosamente la aprovecharon para quedar bien ante la sociedad, mandaron volteos con pancartas de sus proyectos como Bi Yooxho, dando despensa robadas a otros centros de acopio (como es el caso de Peñoles) y enviando un vagón del Tren de Salud en Ciudad Ixtepec para tratar de legitimarse a pesar del derrame de metales pesados en el río Sonora; esto por parte del grupo México.
A estas empresas no les basta con despojarnos de nuestros territorios, de nuestras tradiciones, sino hasta tratan de apropiarse de nuestra lengua, tal y como lo hace el proyecto Bi Yooxho de la empresa Unión Fenosa, este es el despojo sistemático que vivimos los pueblos originarios. Me viene a la mente el caso de Demex en el 2011, donde para legitimarse realizó cínicamente “la vela Demex” en Unión Hidalgo, los Istmeños y cualquiera que sea parte de alguna sociedad comunitaria entenderán la importancia de la fiesta como pilar económico, cultural y social; pues es ahí donde compartimos con el otro, donde cruzamos miradas y palabras para reforzar nuestra identidad y comunidad, además de ser la fiesta a deidades que tienen una relación con algún oficio, el trabajo en sí es una parte indisociada de la fiesta y de los pueblos. Es por ello que las empresas tratan de ser aceptados en la comunidad.
Absurda “minuta de entendimiento”
Por si no fuera poco, en agosto del año pasado las autoridades de cinco municipios firmaron una minuta de entendimiento que les dio el gobierno de Alejandro Murat para perdonarle los impuestos a las empresas eólicas; esas autoridades son: Gloria Sánchez de Juchitán, Raúl Edgardo Benítez Mesa de El Espinal, Wilson Sánchez Chévez, de Unión Hidalgo, Oscar Toral Ríos de Asunción Ixtaltepec y Amelia Gómez Ríos de Santo Domingo Ingenio.
En el caso de Juchitán, la presidenta municipal y actual diputada electa Gloria Sánchez, hermana menor de Héctor Sánchez, recibió 65 millones de pesos por parte de los eólicos condonando así 5 mil millones en impuestos.
Esto en el caso de Juchitán pudo haberse invertido en la reconstrucción de la localidad; estos son claros ejemplos del acuerdo que existe entre gobiernos y empresas, sin ningún tipo de rendición de cuentas a la sociedad y sin ninguna consecuencia hacia los responsables, por el contrario, un blindaje a la clase política que pone en charola de plata nuestro territorio.