Los pueblos indígenas de Oaxaca están condenados, en muchos casos, a la marginación y al olvido; sobreviven con apoyos de corte asistencialista y sin un programa específico que impulse su desarrollo integral.
En México “la condición en que viven los pueblos indígenas es peor hoy que en el pasado pues no sólo no hemos avanzado sino que hemos retrocedido”, sostiene el ex Procurador de Asuntos Indígenas del gobierno del estado, Gerardo Garfias Ruiz.
El analista zapoteca basa su afirmación en el hecho de que el gobierno federal reconoció el año pasado la existencia de seis millones de pobres más en nuestro país, y de ellos, el 90 por ciento son indígenas.
En México “la condición en que viven los pueblos indígenas es peor hoy que en el pasado pues no sólo no hemos avanzado sino que hemos retrocedido”, sostiene el ex Procurador de Asuntos Indígenas del gobierno del estado, Gerardo Garfias Ruiz.
El analista zapoteca basa su afirmación en el hecho de que el gobierno federal reconoció el año pasado la existencia de seis millones de pobres más en nuestro país, y de ellos, el 90 por ciento son indígenas.
“En Oaxaca se encuentran 48 de los municipios más pobres del país, son pueblos indígenas y por desgracia, los principales recursos de la federación hacia los pueblos indios son programas asistencialistas —como Oportunidades y Procampo— que, lejos de incentivar la fuerza indígena organizada, cultivan el paternalismo y el abandono”, sostuvo.
El también articulista, lamentó que, desgraciadamente, en Oaxaca no existe un programa de desarrollo específico, ni del ejecutivo federal ni de los tres niveles de gobierno, y en ese sentido, los esfuerzos los hacen los propios campesinos, razón por la que proliferó el esquema de las negociaciones a través de las organizaciones sociales.
Garfias Ruiz indicó que, si bien estos grupos obtienen logros, también desmovilizan a las presidentes municipales, que son auténticas autoridades nombradas en las asambleas y, por ello, afirmó: “estoy seguro que estamos peor, eso nos acerca a una mayor incidencia en la migración y a una mayor violencia en las comunidades”.
Apenas este 27 de enero, el titular de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indios, Xavier Abreu firmó un convenio de apoyo con el gobierno del estado de Oaxaca mediante el cual se destinarán un total de mil 300 millones de pesos, en lo que se denominó un “acto de justicia”.
Ahí el funcionario federal habló de pretender que las comunidades indígenas pasen a ser sujetos de su propio desarrollo y se dé el salto de una política indigenista a una política indígena.
Aunque el funcionario federal aseguró que la existencia de las lenguas (pues ya no se consideran dialectos) es un orgullo nacional, no pudo explicar cómo lograrán que éstas se fortalezcan en el territorio mexicano, donde cada vez se pierde el número de hablantes.
¿Cómo piensan reforzar en el esquema de las escuelas la enseñanza de las lenguas indígenas?, se le cuestionó; a lo que Xavier Abreu dijo que es necesario incluirla en el plan de estudios de las escuelas pero “no depende de nosotros solamente, sino del Sindicato (Nacional) de Trabajadores de la Educación”.
Por otra parte, Gerardo Garfias Ruiz remató diciendo que la creación de institutos que se dedican a producir discos o traducir el himno nacional a lenguas indígenas “lo digo con respeto, no solo no ayuda sino estorba, porque crea una cortina de humo de que se está haciendo algo”.
Con énfasis apuntó: “las lenguas indígenas se mantienen en la lucha cotidiana de los pueblos, en su sufrir diario, pero se requiere de una política de Estado y una política estatal par darle cara de frente y con la organización del pueblo — dijo el antropólogo y externó finalmente—: Es interesante lo que dice Xavier Abreu, pero dista mucho de que pasemos de una política indigenista a una política indígena, porque para eso tienen que darle el poder a los indígenas y, desgraciadamente, para eso falta mucho”.
El también articulista, lamentó que, desgraciadamente, en Oaxaca no existe un programa de desarrollo específico, ni del ejecutivo federal ni de los tres niveles de gobierno, y en ese sentido, los esfuerzos los hacen los propios campesinos, razón por la que proliferó el esquema de las negociaciones a través de las organizaciones sociales.
Garfias Ruiz indicó que, si bien estos grupos obtienen logros, también desmovilizan a las presidentes municipales, que son auténticas autoridades nombradas en las asambleas y, por ello, afirmó: “estoy seguro que estamos peor, eso nos acerca a una mayor incidencia en la migración y a una mayor violencia en las comunidades”.
Apenas este 27 de enero, el titular de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indios, Xavier Abreu firmó un convenio de apoyo con el gobierno del estado de Oaxaca mediante el cual se destinarán un total de mil 300 millones de pesos, en lo que se denominó un “acto de justicia”.
Ahí el funcionario federal habló de pretender que las comunidades indígenas pasen a ser sujetos de su propio desarrollo y se dé el salto de una política indigenista a una política indígena.
Aunque el funcionario federal aseguró que la existencia de las lenguas (pues ya no se consideran dialectos) es un orgullo nacional, no pudo explicar cómo lograrán que éstas se fortalezcan en el territorio mexicano, donde cada vez se pierde el número de hablantes.
¿Cómo piensan reforzar en el esquema de las escuelas la enseñanza de las lenguas indígenas?, se le cuestionó; a lo que Xavier Abreu dijo que es necesario incluirla en el plan de estudios de las escuelas pero “no depende de nosotros solamente, sino del Sindicato (Nacional) de Trabajadores de la Educación”.
Por otra parte, Gerardo Garfias Ruiz remató diciendo que la creación de institutos que se dedican a producir discos o traducir el himno nacional a lenguas indígenas “lo digo con respeto, no solo no ayuda sino estorba, porque crea una cortina de humo de que se está haciendo algo”.
Con énfasis apuntó: “las lenguas indígenas se mantienen en la lucha cotidiana de los pueblos, en su sufrir diario, pero se requiere de una política de Estado y una política estatal par darle cara de frente y con la organización del pueblo — dijo el antropólogo y externó finalmente—: Es interesante lo que dice Xavier Abreu, pero dista mucho de que pasemos de una política indigenista a una política indígena, porque para eso tienen que darle el poder a los indígenas y, desgraciadamente, para eso falta mucho”.