“La lucha del hombre es por la posesión del oído de otro”, dijo el emblemático escritor y periodista Ryszard Kapuściński. La mayoría sólo queremos ser escuchados, pocas veces escuchar, nos encerramos en nuestras razones, sólo aquello que nos importa merece ser atendido, sólo eso es importante y quienes no nos entienden merecen hasta castigo. La libertad de expresión no es nuestro fuerte.
Las voces de fuera son ruido, deben callar. Sólo mi problema, mi opinión debe atenderse aunque no quiera ni sepa ni pueda explicarlo, aunque quién sabe si después de todo estemos carentes de razón y equivocados; somos tan importantes que la gente debe comprendernos per se. De ahí que los estudiosos de estos temas asienten que vivimos en una sociedad neurótica, donde unos menos otros más todos estamos en eso. Incluso, a veces rumbo a la esquizofrenia.
Trasladado esto a un ámbito colectivo resulta de un carácter hasta retrógrada. Como esa actitud de no querer oir más música que la ya conocida, más palabras que las sabidas, más costumbres, más ropa que la de siempre, característica acentuada en los pueblos de usos y costumbres donde a pesar de que son esencialmente anti derechos humanos prefieren seguir así que atreverse a mejorar.
Remite a mucho esta sentencia literaria-filosófica del escritor y periodista polaco ya desaparecido, que en esencia tiene como potenciador la ignorancia o mala educación que para el caso es casi lo mismo. Precisamente en el área educativa tenemos hoy una muestra bastante aguda de lo que comentamos. Muestra radical, terrible, perjudicial, destructiva. Son 32 años de dejar hasta meses sin clases a la niñez oaxaqueña y aún se atreven a salir a las calles para protestar por lo que consideran ellos es la única razón que todos debemos entender, comprender y hasta apoyar incondicionalmente.
Todo eso sólo porque ellos lo dicen, porque piensan que alguien cree en sus justificaciones donde arremeten contra el imperialismo, el capitalismo, el liberalismo, la globalización. Nada de eso ha hecho tanto daño a Oaxaca que la ausencia de los maestros en las aulas, que esta agitación eterna que nos tiene sumidos en los últimos lugares de los indicadores económicos. Eso sí que puede corroborarse en la realidad con datos firmes (ver: www.inee.edu.mx)
Por eso satanizan a quienes se atreven a disentir de ellos, por supuesto que manifestaron su desacuerdo con los ciudadanos que en este año decidieron salir a las calles para protestar contra el plantón que tanto los afecta en su economía vital y porque se brinde el servicio educativo. Azael Santiago Chapi, el dirigente de triste memoria dijo que esas marchas contra la Sección 22 son manipuladas: “No estamos en contra de la protestas —dijo—, pero las que se están efectuando son financiadas por la iniciativa privada y el Partido Revolucionario Institucional”.
Ellos son los buenos, los dueños de la razón, los otros de la iniciativa privada y de los partidos políticos los malos sin derechos constitucionales de marchar o protestar, aunque eso es inexacto pues la mayoría era otro tipo de gente. Pero en esta ocasión acompañó a esa dirigencia el gobierno del estado quien reforzó a Chepi al pedir a los comerciantes del centro histórico “generosidad” para aguantar el daño que les hace el plantón magisterial y también pidió a la sociedad no realizar marchas anti Sección 22. Peccata minuta, si antes el mismo gobierno estatal había reprobado el Acuerdo para la Calidad Educativa del gobierno federal casi diciéndole: tú estás mal y muy bien mis muchachos de la sección 22 con su Plan para la Transformación de la Educación en Oaxaca.
Volviendo al razonamiento de Kapuściński con que iniciamos, me parece que de su libro El Imperio, donde ilustra como la corte se disputa el oído del emperador, todos quieren que éste los escuche, que sean sus razones o peticiones las que lleguen a sus oídos. Razonamiento que se da en todas partes de la sociedad.
Ser la única voz ha sido la peligrosa constante tentación de los autoritarios, quienes cuando han podido han hecho acallar las voces que ellos no quieren escuchar. Que sólo su voz se escuche y se lea. Así fue en buena parte antes del año 2000 en México cuando la prensa, sobre todo, logró mayores márgenes de libertad de expresión.
Falta mucho a este respecto, y con conocimiento de causa podemos decir que en Oaxaca falta más que en otras partes, tanto por el castigo a quien critica a este gobierno actual al cerrarle los recursos del erario para comunicación, como por la represión a comunicadores. Oaxaca se encuentra en el tercer lugar nacional en materia de violencia contra periodistas.
“Las entidades con mayores registros de violencia ejercida por funcionarios públicos contra periodistas son Chihuahua (47 casos), Veracruz (33), Oaxaca (25), Chiapas (19) y el Distrito Federal (17)” (Gloria Leticia Díaz, http://www.pagina24.com.mx/index.php?option=com_content&view=article&id=1491&catid=44&Itemid=94).
Podemos dar testimonio hoy de la persistencia cruda en este gobierno del “cambio” de la misma autoritaria práctica de José Murat y Ulises Ruiz: “No te pago para que me pegues”. No obstante hay que persistir para no dejar que estos seminuevos poderosos, con la misma visión patrimonialista del erario, se posesionen del oído de la sociedad y hagan sólo fiesta y no realidad la libertad de expresión en Oaxaca.