Las ruinas de la velaria que cubre el auditorio Guelaguetza donde se realizan estas fiestas anuales del folclor moderno de Oaxaca muestras como quienes llegaron al poder del gobierno estatal a través de promesas de campaña, al acomodarse en los cargos hacen todo lo contrario de lo ofrecido y no sólo continúan sino acentúan la dinámica perniciosa de quienes combatieron.
La famosa por antiestética y ahora ruinosa velaria que cubre hoy sólo la tercera parte del Auditorio Guelaguetza fue de plano rechazada por la ciudadanía y uno de los agravios a los oaxaqueños del autoritario gobierno anterior: arquitectos, artistas, folcloristas, público en general rechazaron al unísono desde su gestación este proyecto, lo menos que expresaban es que además de innecesaria y fea, rompe con la arquitectura original del foro, produciendo una pesada contaminación visual (http://revistaenmarcha.com.mx/reportaje/652-la-velaria-el-adefesio-de-la-corrupcion.html)
Ulises Ruiz puso en marcha la edificación de dicha velaria aunque por las inconsistencias que caracterizaron a su gobierno no logró concluirla en los tiempos planeados. Llegó el nuevo gobierno del “cambio”, el gobierno que recibió el voto de quienes pensaron que con él autoritarismo y todo lo demás pasarían a la historia, gobierno que llegó con el voto de quienes rechazaban esa velaria.
Sin embargo, muy pronto también arribó la decepción, esos trabajos siguieron adelante, ahora con nuevos beneficiarios, nuevos funcionarios ligados a la corrupción en materia de construcción oficial de los años 90 del siglo pasado, como es el actual secretario de Obras Públicas, SINFRA, Netzahualcoyotl Salvatierra.
Por supuesto que Lonas Lorenzo, empresa que los nuevos poderosos trajeron para culminar el armatoste iniciado por Ulises Ruiz no hizo bien su trabajo, ni los materiales fueron de la calidad necesaria pues un poco de viento los echó por tierra fácilmente. Ni siquiera fue un tornado o una racha de gran velocidad, que por lo demás no se dan en este valle protegido por montañas.
Como dice la parodia política que circula en internet a propósito de la inercia acá comentada “Pero aquí no hay novedad”. Y no hay novedad alguna. Esa dinámica continuista prosiguió; hay que ver ese otro bodrio arquitectónico y administrativo que se hoy se edifica contra la oposición plena de argumentos sólidos de la sociedad civil en la Glorieta de Cinco Señores, impuesto de manera autoritaria y sin argumentos, igualito que la velaria de Ulises Ruiz.
En materia de administración pública y planificación las cosas empeoraron, durante el primer año la nueva (por recién llegada) administración funcionó ¡Sin COPLADE!, es decir sin el órgano oficial necesarísimo para diseñar proyectos y planes. Hoy la incorporaron a la Secretaria de Finanzas; ¿Dónde están los equilibrios? Quien ejerce el recurso es también quien planifica…
Pulverizada la labor de COPLADE hasta en seis dependencias el caos fue como nunca. El actual Auditor del Estado, Carlos Altamirano se la pasó sin hacer nada en la Secretaría de Desarrollo Social, hoy hace lo mismo como titular de la Auditoría Superior del Estado, al servicio y subordinado al gobierno actual. Por cierto, estos cambios con el pretexto de sacar a los priistas (de donde no les conviene, no así en otras partes) rompe precisamente con uno de las prácticas democráticas de nombrar autoridades que trasciendan los sexenios para que por lo menos en esos años trabajen sin compromisos con quienes los nombraron. Así se hace con los magistrados, auditores, consejeros electorales y titulares de derechos humanos federales. Acá se ponen a modo, como siempre, subordinados y sumisos al ejecutivo. Y para hacer eso ahí están los diputados locales prestos a cambiar todas las leyes que les pongan enfrente, sumisos y levantadedos como siempre.
Pero volviendo a la Guelaguetza, hay otra inercia que viene de más lejos, que un buen gobierno hubiera detenido de ser eficiente, capaz y sobre todo con ese elemento de la modernidad de los emprendedores exitosos: innovador. Pero no llegaron a innovar sino a otra cosa…
Junto al cacareado festejo de 80 años de la Guelaguetza hay algo que no es para celebrar, que a 80 años de esta fiesta“monumental y más grande de América”, “milenaria” decía aquel vocero de Telmex. ¿Milenaria de 80 años? Y es que después de tanto tiempo sigue siendo subsidiada por el erario.
El Festival Internacional Cervantino que se realiza en Guanajuato en el mes de octubre hace años que dejó de ser una carga total para ese estado. Un Comité Organizador del Festival conjunta la participación y recursos federales vía CONACULTA, del gobierno del estado, de la Universidad de Guanajuato, del gobierno municipal y contribuciones de la iniciativa privada. Funciona con autonomía y se encarga de la organización de esa fiesta, mismo que no cambia cada sexenio y con esa experiencia erradica improvisación y provincianismo que acá permea la Guelaguetza. En 2011 por concepto de taquillas recaudaron allá más de 6 millones de pesos.
Acá el gobierno del estado dice gastar 10 millones de pesos en realizar la Guelaguetza, sin que logre atraer apoyos importantes, acaso de Telmex y Coca Cola que más bien pagan por concepto de publicidad con que contaminan visualmente la fiesta por todas partes. Pero no se sabe cuánto aportan estas empresas. No hay transparencia en los recursos ejercidos. Según el secretario de Turismo se gasta en organización y difusión 8 millones de pesos que esperan recuperar en las taquillas. El Cervantino tuvo el año pasado casi 458 mil espectadores en sus obras y conciertos y recuperaron en taquilla 6 millones de pesos.
Acá el secretario de Turismo hace cuentas alegres de recuperar 8 millones de pesos con menos espectadores aunque con boletos más caros, de 800 y 600 pesos. Cantidades por primera vez tan altas que están a prueba si muchos querrán pagarlo, de por sí que siempre regalan boletos para llenar el Auditorio, sobre todo en las funciones de las tardes. El Auditorio tiene capacidad para 10 mil espectadores de los cuales el 60 por ciento corresponde a las dos secciones de entrada gratuita. Si hubiera buen rendimiento de cuentas se vería que la fiesta no es ni medianamente autofinanciable como sugieren.
Y en esos términos también llevamos todas esas décadas de ineficiencia no obstante lo monumental y bello de la fiesta. Con campanas al vuelo celebremos la demagogia y el despilfarro en un estado paupérrimo como el nuestro, y precisamente en un “gobierno del cambio”.
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