Por si quedaba alguna duda del fracaso de este intento por lograr el “cambio” político y social, con el personal del actual gobierno en Oaxaca, las grabaciones telefónicas reveladas este fin de semana disipan esa duda. La serie de grabaciones entre diversos representantes de los partidos políticos donde el protagonista infaltable es Jorge Castillo, representante de Oaxaca en México personaje siniestro de la administración gabinista, confirman a éste como el “operador” de la corrupción política del actual sexenio.
Cuando hablamos de fracaso de los intentos de cambio nos referimos al fracaso para la gente que tenía esperanzas en ese cambio, que votó por una alternancia política que después avanzara en la transición hacia la democracia. Que desmantelara el aparato jurídico y político autoritario del anterior partido único; que instalara una vida más democrática y detuviera la corrupción y el uso patrimonialista del erario.
El fracaso no es para quienes traicionaron las esperanzas de la gente, para ellos todo es éxito. Colocados en la misma ruta de la opacidad que los gobernantes anteriores e, incluso, superándolos y francamente aliados a aquellos, como en el caso de la obra mal hecha del puente elevado de Cinco Señores, donde presumiblemente una empresa de José Murat recibió en licitación amañada dicha obra. Para quienes con el señuelo del cambio llegaron al poder este decepcionante gobierno no es fracaso sino éxito a raudales al tener en sus manos los recursos públicos y demás negocios que se hacen desde el poder.
Nada de las expectativas ofrecidas por Gabino Cué se cumplieron, salvo algunos servidores públicos que se esfuerzan por hacer bien su trabajo, el gobierno en su conjunto presenta una imagen desastrosa. Con conflictos por todos lados, con enfrentamientos y muertos como siempre. El reciente homicidio del presidente municipal de San Juan Mixtepec, Feliciano Martínez Bautista y la ola de ingobernabilidad en las regiones del estado muestran vacío de poder.
La inexistencia del estado de derecho como las invasiones de terrenos hasta de particulares en el Istmo de Tehuantepec, que se agudizan en la conflictiva Juchitán de Zaragoza, donde hasta las autoridades municipales envían a sus seguidores a invadir terrenos del gobierno del estado y de particulares. Los primero lo ordena el presidente municipal priista Samuel Gurrión; lo segundo la regidora perredista de derechos humanos de ese ayuntamiento Rogelia González Luis con el apoyo de ese presidente contra la propiedad de José Manuel Hernández Pineda.
Y ante la garantizada impunidad otros hacen lo mismo, en Tehuantepec han invadido el terreno donde Martín Vásquez Villanueva dejo inconcluso lo que dijo sería la Central Camionera, elefante blanco ahora rodeado de chozas de cartón y plástico. También se han reactivado las invasiones en Tuxtepec, en la propiedad de un particular según denuncia Luis Eduardo Argüello Ahuja.
Pero este fracaso-éxito que no plantea cambio alguno en bien de la sociedad, con un gobierno que se entrega sin rubor a los intereses facciosos de la Sección 22 y de las tribus y sectas políticas más impunes que nunca, no es simple continuación de los malos gobiernos de siempre, este gobierno que ofreció y llegó por las expectativas de cambio es peor, es una traición al pueblo de Oaxaca que así vio morir sus esperanzas. De los gobiernos anterior no se esperaban cosas buenas, no había desengaño ni fraude en ese sentido, lo que si se da con éste que hasta retomó el lenguaje más radical de la izquierda en México: “Mandar obedeciendo” y “nunca más un gobierno corrupto”, entre tanta demagogia premeditada.
Quizá “mandar obedeciendo” a Jorge Castillo, era la consigna, pues no obstante el agraviante escándalo de esta semana con esas conversaciones telefónicas que revelan el enorme poder que el jefe del ejecutivo le ha delegado a este personaje, ni ha sido despedido ni siquiera reconvenido publicamente. Pero no es la genialidad de un Fouché donde radica el poder de Castillo sino en el uso discrecional de los recursos públicos, como lo muestran esas conversaciones filtradas.
La plática de Castillo con Hugo Jarquín, diputado federal del PRD y hoy aspirante a una candidatura a la presidencia municipal de Oaxaca, deja claro que su poder es con el uso del erario, cuando Jarquín le dice al operador gabinista: “Lo que me dijiste que ya me ibas a reactivar cada mes”. No es temerario deducir que este perredista, sicario como muchos, esté por irse a otro partido, como ha anunciado él mismo, pagado por el actual gobierno para restarle votos a la Alianza de partidos PRD-PAN-PT y así el PRI obtenga el triunfo, lo que confirmaría la especie de que la capital ya habría sido negociada en altas esferas.
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