Cuauhtémoc Blas
Lo más limpio que puede tenerse de una elección en México es que ya no se haga fraude en las casillas. Que no haya las llamadas urnas embarazadas. Incluso ni operación tamal o carrusel. O sea desayunos-tamalizas para de ahí se lleven a los comensales a votar. O el franco acarreo de votantes.
El acarreó sigue dándose en algunos lugares. Aunque se ha comprobado que a veces los acarrean para que voten por el contrario. Lo que ahora predomina es operar las últimas semanas antes de la votación. Los "estímulos" a los votantes en efectivo. Claro, eso quienes tienen recursos, quienes no los tienen o buscan jugar limpio, como debe ser, no lo hacen y pierden. Jugar limpio está bien, pero no saber jugar a las elecciones, con las técnicas de un proceso electoral de competencia y combate no parece nada bien.
El empedrado camino de la derrota
No sirve de mucho presentarse ante los votantes de la manera más sincera como independiente o de abanderado de un partido opositor, sin las herramientas de la competencia actual, cierto manejo de imagen o de marketing, con el conocimiento del medio, algunas encuestas, y con una herramienta ineludible: la estrategia, además de contar con algunos recursos económicos, al menos para “vestir la ciudad” con su propaganda y propuestas generales, como dicen los mercadólogos.
En este asunto electoral, podemos ver con claridad, más que en otros temas, que de buenas intenciones está empedrado el camino de la derrota. Algo en que hasta los menos bisoños fallaron fue en su fotografía con que vistieron la ciudad. Un aguerrido candidato a gobernador de pronto nos sorprendió al asestarse un autogolpe con su propaganda siniestra, literalmente negra, con fotos, ropa y fondo negros. Y con un sombrero de ala ancha. No faltó quien dijera: “Hasta parece narco”.
Otros francamente con fotografías contraproducentes, con una barba ni siquiera cerrada, rala, que más bien daba el aspecto de desaliño. Y si damos crédito a lo que dicen los expertos en el sentido que en una campaña el candidato debe seducir, conquistar, con esa buena intención de que “la gente me conozca tal como soy”, lo que se consigue es lo contrario a lo buscado. Si entran a la liza electoral hay que cumplir sus imperativos ya establecidos: buena propaganda, buenas propuestas, buena imagen… Es como quien entra a la cancha de futbol a jugar, debe llevar los llamados “tacos”, calcetas, prescindir de reloj, esclavas y demás adornos que pueden dañar.
Independientes y Morena, nada importante
De ahí que no se hayan dado sorpresas en estas elecciones de Oaxaca. Los dos anti sistema, independientes y Morena, no lograron nada significativo. Tres escaños de Morena en el Congreso local de 42 diputados de mayoría es muy poco, así como unas cuantas presidencias municipales, 10 ganadas de 153 y la tercera posición en la elección de gobernador. Aunque en esta última muy cerca del candidato del PAN-PRD, pero por ahí se dice que Salomón Jara habría recibido el apoyo de su compadre del PRI para disminuir al otro.
Con la buena marca independiente casi nada se logró, ninguna diputación y apenas una presidencia municipal en Reforma de Pineda con el cacareado dizque hito del triunfo de una mujer, como si eso fuera trascendente (sin contar al priista “independiente” de Putla). Ya fueron presidentas municipales doña Edith Escobar y Rosa Nidia Villalobos en Salina Cruz, por ejemplo, y quizá hasta ahora nadie las supere en autoritarismo y corrupción.
Si como dijo Salomón en el arranque de su campaña en una reunión estatal de su partido en el Hotel Misión de los Ángeles, sugiriendo que en este proceso de 2016 el objetivo no era tanto ganar la gubernatura sino avanzar rumbo a la conquista de la presidencia de la república en 2018, ese avance fue mínimo. Y, digamos que en Oaxaca no les fue tan mal con respecto de los otros estados, pero si esta entidad o Veracruz que podrían ser de los bastiones sureños de Morena y Obrador no tuvieron avances significativos, ¿qué les espera en el norte del país donde casi no existen? De las 12 gubernaturas en disputa, las 7 ganadas por el PAN y 5 por el PRI, señalan por dónde irá la competencia en 2018. Vamos, ni el PRD figura.
La buena noticia es que todo indica no quedará una confrontación poselectoral tan severa, es muy probable que el candidato perdedor de la gubernatura de la alianza PAN-PRD ni siquiera impugne las elecciones ante el margen tan alto de su desventaja, más de 100 mil votos. Hasta sus correligionarios se muestran desanimados para ir a esa aventura. Quizá no tenga con quién llenar las plazas.
El escandaloso caso Salina Cruz
Donde los escándalos de fraude son de antología es en Salina Cruz, ahí hubo 98 inconsistencias, 95 actas faltantes y tres donde exceden el número de empadronados en la lista nominal. Centenas de formatos de inconsistencias de paquetes no entregados. Un auténtico muladar donde el factor dinero compró hasta al más reticente, aseguran. De suyo el controvertido candidato León Aragón había peinado la región del Istmo contratando a los “expertos en operación política y electoral”.
Más del 45 por ciento de votos nulos, como nunca en la vida en tantos años, diría José María Napoleón, y sin que el PREP tuviera resultados de un municipio urbano muy comunicado hasta dos días después prendió los focos rojos, sobre todo porque hasta la luz eléctrica se fue esa noche, y empezaron a subir a las redes sociales un cúmulo de actas con inconsistencias. Finalmente, este “aiga sido como aiga sido” quizá no lo aceptaría ni el mismísimo creador del concepto, Felipe Calderón. ¿O sí?
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