Cuauhtémoc Blas
Oaxaca se desangra en toda su geografía, muertos en las Sierras, en Miahuatlán, Ejutla, Valles, pero sobre todo en Juchitán y Tuxtepec. Sobre todo, en el Istmo de Tehuantepec y la región del Papaloapan. Esta última —decían— por su vecindad con Veracruz, donde la delincuencia está en auge desde hace mucho, y ¿el Istmo por qué?
La semana pasada hubo más de una decena de asesinatos en la entidad, algunos evidentes ajustes de cuentas de las bandas. Son ya cientos de muertos en esta espiral violenta, sin que las autoridades encargadas de ese trabajo hagan algo por pararlo. Regiones convertidas en auténticos rastros humanos, donde los cuerpos de seguridad sólo se encargan de ir a recoger los cadáveres.
Sin embargo, esta problemática muy notoria tampoco ocupa los discursos de los candidatos, ni en su oferta política, ni en sus mensajes. Parece que esa violencia sucediera en otra parte, en un inframundo donde quedan confinados dolor y llanto de tanta gente. Entre éstas la alcanzada por los llamados daños colaterales.
El fin de semana pasado se dio una ejecución en la legendaria Séptima Sección de Juchitán, donde cayó un policía municipal. Sería un número más si no se hubiera dado en circunstancia tan bárbara. Balearlo en plena fiesta de 15 años de su hija, antes del vals, en medio de los invitados. La magnitud de esta violencia sacudió a la población y a quien se enteró del hecho.
Justicia por propia mano en Ixhuatán
Por otra parte, ante la nula aplicación de la justicia, de nuevo las poblaciones recurren a su aplicación por propia mano, con los linchamientos. Por la eficiencia de las redes sociales de internet se pudo seguir una acción de este tipo en la población también istmeña de San Francisco Ixhuatán. Sucedió el viernes 13 de abril, ciudadanos indignados sacaron de la cárcel municipal a un detenido acusado de violar a una mujer. La autoridad municipal se lavó las manos.
Lo golpearon hasta dejarlo inconsciente. Por suerte la policía estatal llegó a rescatarlo, cuando ya lo habían arrojado a un par de lagartos en cautiverio cerca del lugar de los hechos. La ruptura del Estado de Derecho es evidente. ¿Ya estamos en esas zonas del país fuera del control Estado mexicano, como dicen desde el centro federal? Aunque ya casi todo el país está en eso, la masacre de los tres estudiantes de Jalisco disueltos en ácido por la delincuencia rebasa toda capacidad de indignación, enojo y miedo.
Edil de Pochutla acusado de balear domicilio
Hay hechos peores, la violencia de que acusan a las autoridades. El ciudadano Uriel García Canseco, del municipio de Pochutla, denuncia a su presidente municipal, Víctor Cruz Vázquez, de haber mandado a balear su domicilio como represalia por oponerse a la inauguración de una obra inconclusa de agua potable en la comunidad de San Isidro Apango. Eso sucedió en el día, por la noche fueron a balearlo.
El ciudadano se dirigió a los medios regionales donde denunció la agresión a él y a su familia que dormía en su domicilio. Dijo que hace responsable al presidente municipal del daño que pudiera sucederle a él o a miembros de su familia. Vaya manera que querer persuadir a los gobernados. ¿Ya habrán iniciado las investigaciones del caso?
Huatulco, más delincuencia, pero edil busca reelegirse
También en la Costa, en Huatulco, los vecinos se quejan de la colusión entre autoridades y la delincuencia. El presidente municipal, José Hernández, ha descuidado a la policía municipal, sin renovar el equipo que portan desde el gobierno municipal anterior, sin incluirla en el programa federal de fortalecimiento de la seguridad pública a los municipios (Fortaseg). Por este “descuido” la delincuencia se ha incrementado, con ladrones especializados en robo a turistas, a casas habitación, a vehículos, etc.
La desesperanza de la gente es que José Hernández se ha propuesto reelegirse en el cargo para los próximos tres años, cuando estos dos años ya han sido larguísimos para los huatulqueños. La imposición va a toda costa, incluso ya había otro candidato de su partido Movimiento Ciudadano, Darío Pacheco, que fue bajado para lanzar de nuevo al presidente en funciones, José Hernández. Su nivel de aceptación es ínfimo, de ahí que se espere otra vez el uso discrecional del erario, la compra de votos, el fraude y todo lo que saben hacer para ganar a la fuerza.
Mientras tanto todo sigue empeorando en materia de seguridad, y como hemos visto las autoridades municipales son intocables para la Fiscalía General, seguramente esas denuncias quedarán impunes, como la mayoría de los casos que suceden. Oaxaca no debería ser sinónimo de inseguridad y violencia.
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