Cuauhtémoc Blas
A media semana en el puerto de Salina Cruz un autobús de transporte urbano atropelló a una estudiante del CONALEP al salir de su escuela, a la joven Luisa Fernanda Rosado Campos, de 16 años de edad. Los transeúntes fueron testigos de cómo ese autobús jugaba a las carreras con otros para ganar pasajeros. El infractor fue detenido, pero luego excarcelado para llevar su proceso en libertad. Lo anterior colmó la indignación de alumnos y padres de familia, y se desató la protesta.
Nuestra indigencia en materia de cuadros de administración municipal es otro mal que nos lacera. No hay al frente de los municipios personas con la capacidad para atender los conflictos sociales, lo que hay son camarillas volcadas sobre el erario para saquearlo.
Ante el dolor por la gravedad de su compañera, a lo cual hay que agregarle la indolencia de la autoridad local, sobre todo del presidente municipal, el legendario ex director de la Policía Judicial Federal en los tiempos de Carlos Salinas de Gortari, Rodolfo León Aragón, ¿podría esperarse pasividad de los jóvenes?
No es un asunto menor, una joven fue gravemente herida y en vez de atender y ponerse del lado de la víctima, León Aragón los desdeñó. Por eso los jóvenes rebasados por el doble agravio se pusieron a desarreglar esa fiesta pagada por el ayuntamiento, o sea con dinero del pueblo.
¿Por qué León Aragón no recibió a los jóvenes? ¿No le alcanzaba su habilidad para trasladar la protesta a otro día? No fueron los jóvenes sino el autoritarismo de León Aragón el causante de los desmanes en ese festín cervecero. Y bajo la mentira de que había “infiltrados”, el edil ordenó la salvaje represión.
Jilgueros locales difunden la versión de que había “infiltrados” interesados en boicotear la fiesta en la explanada municipal. Si fuera un acto de proselitismo político se entendería tal boicot, ¿pero de una simple pachanga? Una jovencita había sido atropellada, pero como la dueña del monopolio del transporte local es la connotada priista ex presidente municipal Edith Escobar, pues presto Coco León se dispuso a darle impunidad y si se puede evadir el pago de daños, no sea que en su intentona de reelegirse el Coco en la presidencia, lo dejen sin camiones para acarrear a sus huestes.
Lo claro es que los jóvenes hacían presión en esa fiesta para que se hiciera presente el impresentable presidente, éste cual servidor público debió de inmediato atender la exigencia de sus patrones, de sus jefes los ciudadanos. Si no quiere que lo molesten, ¿para que se alquila como servidor público? Está para servir a la municipalidad no al revés. Y todavía quiere reelegirse, allá los pobres shuncos si votan por él.
Cierto es que el no menos impresentable síndico municipal Raúl Berinstain y otros funcionarios menores, ultra subordinados al violento presidente, llegaron para sentar a los jóvenes a una mesa, pero si de suyo estos funcionarios tienen escasa capacidad de decisión en los municipios, menos en ese puerto donde un ex alto jefe policíaco ejerce el poder absoluto. Por eso, era él quien debió atender a los manifestantes, pero se prefirió la represión, al mandar a la policía municipal a golpear a los muchachos y padres de familia. Así actuaran contra la delincuencia, dice la gente, pero como los jóvenes no pagan…
La próxima legislatura debería analizar la pertinencia de que personas formadas en los marcos autoritarios de la milicia o la policía, a veces en la línea de la delincuencia, puedan ser autoridades civiles, no para restringir derechos, pero sería socialmente menos oneroso evitarlos en esos cargos por los daños que causan a los pueblos que tienen la desgracia de sufrirlos como autoridades. Un caso similar sufrió Pinotepa Nacional con el capitán Sarabia.
Mientras tanto, los ciudadanos deberían parar a estos prepotentes al ejercer su voto con responsabilidad, no sufragando por quienes, además, no han hecho obra y la corrupción y violencia ha caracterizado su primera gestión. El Coco no.
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