Cuauhtémoc Blas
Quizá nunca un presidente de la república priista había estado en el dilema actual de Peña Nieto, en una auténtica encrucijada. Todos los cálculos que se hacían de que el gran elector, el presidente, voltearía a apoyar al candidato panista cuando su candidato Meade ya no levantara, se quedan atrás. Con Anaya el presidente salvaría sus reformas, pero no su libertad en tanto el candidato panista ha advertido que podría llevarlo a la cárcel.
Con AMLO Peña salvaría su integridad, habida cuenta de la amnistía que le ha ofrecido el de Morena, pero sus reformas estructurales serían abolidas. Habría que ver, entonces, qué le importaría más. Si el plan b Anaya, ya no pasa, queda lo que se está dando en llamar la tercera vía. Que el presidente no mueva al candidato de su partido, y deje correr el proceso libremente. Y que gane el que se perfila desde ahora como ganador.
Meade, el síndrome Labastida
José Antonio Meade ha desarrollado el síndrome del ex candidato perdedor Francisco Labastida, quien igual que él nunca se salió de lo institucional, y aunque se perfilaba el agrado del Ernesto Zedillo por la alternancia, siguió leal hasta cuando lo dejaron seco de dinero para su campaña. Meade se ha negado a romper con su jefe Peña, aun con todos los puntos que pierde al defenderlo.
La esperanza de Meade es que Anaya sea detenido y enviado a la cárcel por sus supuestos fraudes y lavado de dinero. Así entraría de inmediato a la segunda posición en la liza electoral, y con un adecuado manejo de encuestas y otro tan adecuado como desaseado de manejo electoral lo pusiera en el triunfo.
Se antoja temerario, muy riesgoso ese escenario, pero lo que se juega no es poco y lo que se hace por conservar el poder nunca ha sido poco. Es solo un escenario, como el del plan b o la tercera vía. Lo delicado es que el actual grupo en el poder no cuenta con una perspectiva histórica de las cosas, de manera que podrían hasta querer jugar con el tigre, con una insurgencia social, en caso de forzar los resultados electorales.
La cargada hacia AMLO
Entre tanto, un nuevo tipo de cargada de los búfalos está en marcha, ante el crecimiento espectacular de las preferencias electorales de AMLO, todo tipo de políticos y empresarios se le suman, como es normal en candidatos que se perciben triunfadores. Ese es uno de los objetivos de una buena campaña, dar la percepción de triunfador, grupos y gente importante se suma, así como caudales de votos.
Muchos movimientos se están dando en acomodo al próximo y al parecer inminente escenario de poder. Declaraciones favorables a AMLO de empresarios como el dueño de TV y Banco Azteca, o el de Bancomer. Gobernadores aliados del régimen presidencial que se van por otro camino, como el de Chiapas. O como el de Oaxaca quien adelantó que tendrá buenas relaciones con AMLO, lo que confirma la existencia de negociaciones con el nuevo equipo.
Paro magisterial; IEEPO, nepotismo
Pero si ya pronto les quitarán esa chocante reforma educativa, si ya pronto no los van a evaluar, ¿entonces porque se van a un paro loco? Parece innecesario el paro de la Sección 22, en pleno proceso electoral y con el candidato de sus simpatías a un paso del triunfo.
Pero de ninguna manera es extraño el paro, la índole de ese magisterio es su agitación permanente, su movilización constante. Lo han declarado sin ambages, incluso cuando estaba por ganar su aliado Gabino Cué dijeron que al otro día del triunfo ellos estarían en las calles peleando por sus intereses. De paso se hacen presentes con alguna agitación en el proceso electoral, nada de trascendencia, para mover los números de los resultados electorales como en 2006 haría falta algo similar, y hoy carecen de movilización social.
Es un aviso, aun cuando AMLO gane ellos seguirán en su eterna movilización, está en su naturaleza. Además, les quitaron sus posiciones del IEEPO donde antes compartían aviadurías y privilegios con la clase priista local, pero ahora ésta se despacha sola y con la cuchara grande los recursos del IEEPO, con un rancio priista al frente, Francisco Ángel Villarreal.
De ahí la importancia central de lo que los sindicalistas llaman “Bilateralidad”, que no es otra cosa que les regresen los puestos públicos en el IEEPO al gremio y cogobernarlo como antes. Pues ahora todo se lo está comiendo una burocracia político-familiar.
Más de 250 plazas se acaba de regalar esa clase política sin clase. Además, despiden a jefes de departamento y subdirectores de área para incluir a los suyos. El cuñado de Ángel Villarreal, José Luis Rangel Bretón, ya es Subdirector General Ejecutivo, así como gran parte de la familia del director general. Ese cuñado es operador de Villarreal con el FONE, donde también desbancó a Julián Luria.
El FONE es el Fondo de Aportaciones para la Nómina Educativa y el Gasto Operativo, con lo cual, la Secretaría de Educación Pública realiza el pago de todos los trabajadores de la SEP, es donde se maneja la millonaria suma de recursos del IEEPO. Con el cuñado Rangel Bretón, esta nueva camarilla maneja y se obsequia puestos y plazas sin incluir a los sindicalistas. Nepotismo y corrupción al máximo. Cómo no se van a enojar los de la 22. ¡Bilateralidad, señores!
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