Cuauhtémoc Blas*
Sin duda para quienes se atrevan a escribir la historia de la prensa en Oaxaca, incluyendo las décadas recientes, será interesante considerar a una organización con 40 años como la Asociación de Periodistas de Oaxaca, A.C. (APO). Un sector tan heterogéneo, donde todos somos generales, como decían los antiguos, es muy difícil que sus organizaciones perduren.
Porque, además, tiene ese gremio un amigo o enemigo natural que desde las dos posiciones lo disminuye. Si es amigo lo hace oficialista; si es enemigo, lo combate y reduce. Los gobernantes suelen decir en sus discursos que son amantes de la libertad de expresión, pero no es cierto, no hay poderoso que no quiera controlarla.
Si no es contrapoder, no es periodismo
Y eso es inevitable por la esencia definitoria del periodismo: es contrapoder o no es periodismo. Por eso quienes se dicen periodistas desde las oficinas de prensa de gobiernos, dicen una aberración. Hay, sin embargo, gobernantes que dejan un espacio para la catarsis social y una más amplia libertad de expresión. A veces porque no les queda otra ante la olla de presión social.
La APO nace en 1978, un 7 de junio, fecha que el presidente Miguel Alemán estableció en 1951 como Día de la Libertad de Expresión. En una época en que la cercanía y persistencia de los medios de comunicación estaba muy ligada al poder público. No había confrontación fuerte. Hasta que se dio el famoso golpe a Excélsior de Julio Scherer en 1976, cuando el presidente Luis Echeverría consuma sus agresiones al medio, y el legendario periodista es expulsado. Funda después la revista Proceso. Golpe también “casualmente” a la insurgencia de los pueblos de América Latina que tenían en ese medio mexicano proyección internacional de sus problemas.
Había un contexto social que impulsaba la búsqueda de mayor libertad y respuesta a las demandas de información de la sociedad; la consigna de “Prensa vendida”, que venía desde 1968, cae como anillo al dedo a los medios, pero es ofensa y acicate para otros. El “halconazo” de 1972 del genocida Echeverría, con una nueva represión siguió alimentando el descontento social.
En Oaxaca, en 1977 es depuesto el gobernador Manuel Zárate Aquino, en medio del movimiento universitario y social, llega el general Eliseo Jiménez Ruiz, quien para la presidencia imperial de entonces era el hombre indicado para pacificar el estado, el general traía en su pecho la medalla de haber liquidado al guerrillero Lucio Cabañas en las montañas de Guerrero, “un general macizo”, decían de él.
Las tropas tomaron la ciudad de Oaxaca y la gobernabilidad retornó sin disparar un solo tiro, después de que en el movimiento hubo muertos y heridos. Zárate Aquino pidió licencia y los dirigentes del movimiento se replegaron, todo arreglado desde la Secretaría de Gobernación de Jesús Reyes Heroles, con su subsecretario Fernando Gutiérrez Barrios.
El contexto de la APO hace 40 años
En ese contexto es que nace la Asociación de Periodistas de Oaxaca. Es evidente que contó con la venia del pintoresco general. Para quienes desde una nueva época y posturas facilonas no comprenden bien los diferentes estadios históricos, hay que repetir que eran los gobiernos quienes llevaban la batuta y establecían hasta el día del amigo.
Los subsidios a los periódicos era de una normalidad cotidiana que a pocos sorprendía, sólo recordar el subsidio pero también control del gobierno con la empresa Pipsa, que tenía el monopolio del papel periódico. Scherer, en su libro La Terca Memoria narra cómo él mismo recibió regalos de Hank González. Lo bueno es que después de esa etapa inició otra historia. Sectores de la prensa buscaron la esencia de su misión, ser contrapoder, “con lo que podamos y hasta que podamos”, como dijo Juárez.
En eso de que todo se movía, digamos que casi de manera normal, por el gobierno, tenemos que en 1976 Luis Echeverría mientras golpeaba a Excélsior, fundaba Irónicamente el Premio Nacional de Periodismo. Este 15 y 16 de junio en la Hemeroteca Pública Periodista Néstor Sánchez, la APO festejará su 40 aniversario con conferencias magistrales, presentación de libros y reconocimiento a sus decanos. Además de iniciar, la revisión de la historia de casi medio siglo de periodismo en Oaxaca.
*El autor es dirigente de la Asociación de Periodistas de Oaxaca (APO). @blaslc