Cuauhtémoc Blas
Cada tres años la evaluación de las legislaturas oaxaqueñas son más patéticas, parece una compulsión por descender. No hay siquiera un mínimo pudor, ya ni se cuidan de aparentar decencia, como dice Jorge Zepeda. Al dejar de tener vigencia ese concepto, la dinámica se ha tornado cada vez más decadente.
El Informe Legislativo 2018 elaborado por el Instituto Mexicano de la Competitividad (IMCO), consigna que este Congreso oaxaqueño de infausta memoria gastó 342 millones de pesos más de su presupuesto aprobado.
De los 397 millones de pesos de presupuesto anual aprobado para el ejercicio de esta legislatura, extrañamente aumento su gastó a 739 millones de pesos, ¡87 por ciento más de los autorizado!, ya mero dobleteaban, no tienen medida. Es un agravio de escándalo para la ciudadanía. No debe pasarse por alto, hay que exigir que se aclare, que devuelvan esos millones y millones.
Además, esta LXIII legislatura ha sido la de mayor falta de transparencia en el ejercicio de los recursos, gastaron a su arbitrio lo destinado a servicios personales y en adquisiciones y servicios generales. De licitaciones ni hablar. La presidencia de dicho Congreso en manos de María de la Nieves Fernández anunció desde el principio este desastre, colocar en cargos delicados a políticos viejos conocidos por su corrupción, no deja duda de lo que se quiere, un Congreso indigno, subordinado, y lo tuvieron.
Pues, ¿en qué gastan todo ese dinero si el Congreso no hace obra, ni brinda servicios públicos? La legislatura entrante debe empezar con el pie derecho auditando ese despilfarro. Ofende que cada diputado de éstos, hoy a punto de marcharse, se lleven a sus bolsas cada uno de los 42 más de 9 millones de pesos. Están a la cabeza de los 27 congresos del país con mayor despilfarro de recursos, en tanto miles de oaxaqueños carecen de lo estricto.
Sobre todo los afectados por los sismos de 2017 a quienes el Fondo de Reconstrucción de Oaxaca sólo destinó 200 millones de pesos. Apenas la tercera parte de lo que atesoraron nuestros saqueadores representantes.
El llamado “pago por evento” se institucionalizó casi formalmente hace ocho años, cuando para cualquier solicitud o iniciativa del poder ejecutivo al Congreso, tenía que ir acompañado de una “iguala” para los diputados, una mordida, un pago por aprobar lo que les ponen enfrente.
Con la recuperación plena del poder en Oaxaca por parte del PRI muratista, los diputados de ese partido dejaron de percibir de manera sostenida ese pago, fueron ahora los diputados de oposición los más beneficiados con eso.
Los cinco diputados del partido MORENA que sin pudor y sin vergüenza aprobaron la cuenta pública del gobierno del estado, con todas las inconsistencias, excesos y falta de comprobaciones revivieron, evidentemente, ese pago por evento. Incluso, una diputada morenista lo exigía dejando testimonio de ello en sus mensajes telefónicos.
La voracidad de esos legisladores fue desmedida, prestos a la tranza y el embute, en busca de todo lo que pudieran carrancearse. De los aproximadamente 40 mil pesos que devengan por su puesto mensualmente, lo incrementaron con otras percepciones ilegales, gastos de representación, de gestoría, conceptos que no corresponden a su función.
Incluso, desde hace años y persisten, le metieron mano al presupuesto para comunicación social, al exigir y lograr que el presupuesto total por ese concepto se entregara de manera prorrateada a cada uno. Les toca por gastos en comunicación social alrededor de 100 mil pesos a cada uno. Y no lo ejercen, es algo más que se roban.
Los recursos presupuestados para comunicación, son para la difusión en los medios, no para que los gasten al interior de la institución, así los recursos que quedan se justifican en proyectos de comunicación interna, si acaso llega a eso, como ese inocuo “radio pasillo” para difundir, dijeron, hacia la población las actividades del Congreso que sólo vivió el día que se inauguró por parte del actual director de Comunicación social, Francisco Sánchez, con quien la frivolidad en el manejo de medios llegó al límite en este Congreso. La obsesión por gastarse ellos los recursos era más que evidente. El desdén hacia los medios es tan inexplicable como insensato.
En esta semana inicia la nueva Legislatura, la que puede ser el otro poder que co gobierne en Oaxaca, o también puede ser otra legislatura que se entregue a los cañonazos del ejecutivo. Apostamos por lo primero, es la exigencia social.
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