Cuauhtémoc Blas
Este 21 de noviembre conmemoramos el 96 aniversario de la muerte de Ricardo Flores Magón, ponencias y discursos se dictaron en la flamante Plazuela de la Libertad de Expresión ante su efigie con corona de flores, como no se hacía hace mucho en Oaxaca. En la revisión histórica de este gigante de la historia de México, periodista creador de Regeneración, verdadero ariete contra la dictadura de Porfirio Díaz, oriundo de Eloxochitlán, se pueden hallar lamentables constantes históricas entre aquella época y la actual.
El final de este sexenio, se parece mucho a los últimos días del Porfiriato cuando Ricardo asumió la crítica al senil dictador. Una gran corrupción en la administración de la justicia y de la administración pública en general, así como la entrega de la economía nacional a los capitales extranjeros.
Desde hace mucho la justificación de los gobiernos ha sido el éxito de la macroeconomía, pero ésta a costa de una microeconomía desastrosa, con el incremento nacional del número de pobres. Éxito para los acaudalados de siempre, incremento de la pobreza para los de siempre.
La propaganda de Porfirio Díaz y de sus símiles actuales es igual, destacar la riqueza nacional aunque atesorada en pocas manos. Luis González y González, en “alba y ocaso del Porfiriato” ofrece las estadísticas de la época dictatorial. México era segundo productor de cobre en el mundo, y en la capital del país de 212 establecimientos comerciales, sólo 40 eran de mexicanos.
“Los extranjeros eran dueños de la alta banca, de los negocios de créditos, de la luz eléctrica, del telégrafo, de las vías férreas y de todo lo que significa cultura y adelanto”, cita González a Juan A. Mateos que así festejaba el dizque progreso de México, con su riqueza entregada al extranjero. Desde 1906 Flores Magón escribió que los capitales extranjeros sólo acuden a los países que les garanticen la obtención de ganancias exageradas, con gobiernos que controlen a la población explotada.
Hoy vemos a la gran banca de nuevo en manos de extranjeros, que cobran altísimas y groseras comisiones, muy superiores a los de sus países de origen, con lo cual obtienen el grueso de sus ganancias. Qué les importa así el negocio de los créditos, a los cuales los pequeños empresarios no tienes acceso.
Las grandes industrias nacionales no sólo han sido saqueadas y desmanteladas por los gobernantes priistas y panistas, fueron además entregadas a empresas de fuera. Se dejó languidecer a PEMEX y CFE para luego venderlas en pedazos a los extranjeros, con la consabida ganancia ilegal de las licitaciones amañadas, el caso de Odebrecht es ilustrativo. Ayer y hoy, desnacionalización y corrupción de la mano.
Esa situación nacional, con la cabeza presidencial menoscabada hasta el tuétano con Peña Nieto se reproduce en los estados. Oaxaca no es la excepción, el segundo informe de gobierno es de oprobio, anuncia obras construidas pero con recursos federales, o peor aún obras federales en proceso sin fin como la carretera a la Costa. Hospitales nuevos pero vacíos, sin aparatos ni camas.
La actual legislatura dominada aún por el dividido partido Morena anuncia que habrá de revisar la evidente falta de obras con el presupuesto histórico de Oaxaca. Hará bien, y hará mejor en predicar con el ejemplo y dejar de adjudicarse su estratosférico presupuesto, alrededor de 700 millones de pesos; de aumentarse los ingresos los diputados con pretextos como igualas para gestión, por el orden de la mitad de sus dietas normales que es de 40 mil pesos, además de los 100 mil pesos que desvían a sus bolsillos prorrateando lo presupuestado para comunicación social.
Bien que la LXIV Legislatura exija honestidad al opaco gobierno de Oaxaca, pero también que predique con el ejemplo.
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