Cuauhtémoc Blas
Crear cien nuevas instituciones de educación superior en México, ¿no es aceptar que muchas de las universidades públicas estatales donde se instalarán estén condenadas a seguir en su larga agonía? Sin recursos para pagar las elementales jubilaciones de sus trabajadores, entre lo urgente.
Precisamente en siete de los nueve estados con graves problemas financieros se plantea instalar 30 de las 100 universidades, casi la tercera parte. En Oaxaca habrá 10 universidades, 6 en Chiapas, Morelos 4, en Zacatecas 3, Estado de México 3, y 2 en Nayarit y Sinaloa, respectivamente. El proyecto se llama "Universidades para el Bienestar Benito Juárez García 2018-2024”.
Si lo destinado a ese proyecto en el presupuesto de egresos de la Federación es de 1 mil millones de pesos, la tercera parte de esa inversión se haría en esas entidades con universidades con problemas de déficit financieros. Unos 300 millones. En Oaxaca que tendría el 10 por ciento de las universidades AMLO, el monto proporcional sería de 100 millones de pesos.
Si de suyo se puede hablar de una duplicidad de funciones al haber universidades públicas en los estados como Oaxaca, con la UABJO y sus extensiones regionales, además del Sistema de Universidades del Estado de Oaxaca (SUNEO), ambas con sus problemas serios. La primera por su escasez de recursos, sus seis sindicatos y demás; la segunda por sus excesos de recursos públicos y la dinámica que causa su generación adicional de recursos. Tema de otra discusión.
La Universidad pública por excelencia de Oaxaca es la UABJO, una de las nueve estatales que solicita auxilio financiero urgente. La de Oaxaca tiene un déficit financiero de 153 millones de pesos, que viene arrastrando desde hace décadas. Otra discusión aparte.
Esos 10 millones de pesos que calculamos, proporcionalmente, se habrían de invertir en las diez universidad del gobierno federal costarían 100 millones de pesos. No alcanzaría a cubrir el déficit de la UABJO, apenas dos terceras partes, aunque si amortizaría bastante ese rezago.
Aunque anuncian que esas escuelas tendrán sólo dos o tres carreras, 10 millones de pesos son muy poco para un óptimo funcionamiento. Solo la universidad de Oaxaca recibe cerca de mil millones de pesos anuales, de las de menor subsidio en el país.
Quizá sería mejor atender a las universidades públicas en problemas. Pero atenderlas igual que otros de los grandes problemas nacionales, con toda la fuerza del Estado. Poner en orden a las camarillas caciquiles universitarias, que han succionado los recursos de esas instituciones. No sólo darles una pequeña ampliación de presupuesto para que alarguen su agonía.
La UABJO Tiene una gran infraestructura, como para desaprovecharlas de riqueza edificada a lo largo de la historia, incluso en las regiones de los estados. Toda una herencia de edificios históricos y bagaje académico heredados del Instituto de Ciencias y Artes, donde fue rector Benito Juárez, rector supremo, le llaman.
Hace falta la concurrencia de voluntad de poder federal y estatal, así como de universitarios para rescatar a la UABJO y a las demás universidades en crisis. Aunque quizá los últimos, los universitarios de Oaxaca no son precisamente quienes deseen hacer algo bueno por su institución.
Hoy uno de sus seis extraviados sindicatos, el STEUABJO, sin reparar en la situación más grave de la historia de su fuente de trabajo, exigen lo que saben no podrán obtener, pues el tope salarial es más fuerte que nunca, está cantada la imposibilidad de crecer en bases para más trabajadores. Si tienen fecha perentoria para su huelga, que es la máxima y legal amenaza sindical, ¿por qué sus ilegales paros, bloqueos y daño a la población?
No solamente PEMEX y la CFE merecen atención, también lo esencial de una sociedad para superar su subdesarrollo, la educación. Un gobierno fuerte, como el que México requiere, también necesita esa fuerza en el sector educativo. Gobierno fuerte no más, ni menos.
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