Cuauhtémoc Blas
Dicen que la experiencia llega cuando ya no sirve para nada. Pero quienes logran abrevarlas y usarlas a tiempo son grandes. Hace unos años un presidente de un municipio de Oaxaca que llegó a ese cargo después de un trienio desastroso que lo antecedió, me respondió la siguiente pregunta, ¿por qué no finca responsabilidades a su antecesor si hay todas las pruebas para enjuiciarlo? Me miró como buscando entendimiento y dijo, fuera de grabadora:
“Lo he pensado, pero me pasaría los tres años peleando, me distraería mucho tiempo, además ese señor tiene amigos políticos del sistema, tiene recursos, abogados y matones, mejor me pongo a trabajar”. Esto que pasa en la microfísica del poder, Foucault dixit, podría trasladarse al macro poder, al del hoy presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador. Se pasaría seis años peleando y los defraudadores tiene lo mismo o más que aquél ex presidente municipal.
Así que podríamos decir que de lo perdido lo que aparezca e ir hacia adelante, que mirar para atrás hasta nos convierte en estatuas de sal. De paso se deja de lado a quienes quieren provocar pleito al grito de juicio a los corruptos, entrampar. En orden de prioridades parece más importante tratar de mejorar la vida de los mexicanos que meter a la cárcel a esa runfla de bandidos.
Mejorar la vida de los mexicanos, es el asunto central, lo cual lleva tiempo y lo cual aún está por verse. Hasta ahora hay poco de esto, pues los gasolinazos siguen a la orden del día. La disputa que se anuncia dentro del gabinete del ejecutivo de bajar impuestos para disminuir el costo de las gasolinas o seguir la inercia heredada, seguramente tendrá su saldo favorable, esperamos, en los bolsillos de los mexicanos. Ojalá que el populismo del presidente se imponga, pues, además, es una promesa de campaña, uno de los grandes motivos por los que los mexicanos votaran por él.
Los cien días de Oaxaca de Juárez
La evaluación de los cien días de gobierno es otra de las imitaciones que hacemos del país vecino, los Estados Unidos, pero pues que sirva, y por lo pronto ya es útil en el ámbito nacional, en el estatal oaxaqueño ya vimos que ese gobierno no despegará ni en mil días. La esperanza es que esa evaluación de cien días sirva en el ámbito municipal de Oaxaca de Juárez que aún no anda y parece que hace falta un Lázaro providencial para ello. No puede uno dejar de esperar que para entonces el Congreso local haya resuelto el manejo de la hacienda pública municipal, esa parte económica que sirve a tanta gente de empresa y en general.
La parte política apenas la estamos viendo, el agarrón con los ambulantes, que no son realmente vendedores humildes en busca de ocupación, aunque los hay, pero son esencialmente grupo de presión y de poder con jefes y jefas de horca y cuchillo y con cómplices políticos del ex partidazo derrotado en las urnas en Oaxaca, pero que aún tienen el gobierno del estado y control sobre esos grupos violentos de ambulantes, taxistas, camioneros, de transporte público.
Hoy domingo es la prueba de fuego con las elecciones de agentes municipales de la capital de Oaxaca. Quienes perdieron la silla municipal, por supuesto que al menos quieren las sillitas de las agencias, además de los factores de poder micro locales y los delincuenciales que no quieren retirarse del control y exacción de poder y recursos públicos. Ya hubo un muerto en el marco del proselitismo político por el control de las agencias.
El presidente municipal morenista Oswaldo García, afirma que no mete las manos en estas elecciones, pero si asume la responsabilidad de las mismas. Esperemos que sea una buena jornada, y que las instituciones de justicia y seguridad pública estatales sirvan para ello y no para lo contrario. Pero, así como se les ha visto, hasta se podría proponer que alguien los fuera a cuidar.
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