Guardia Nacional, prueba de fuego
Cuauhtémoc Blas
Nunca es prudente tener líderes que pensemos intocables, menos aún que los creamos incuestionables. Preocupa que demasiados ciudadanos se hayan lanzado en contra de Jorge Ramos, el periodista mexicano avecindado en Miami, por haber cuestionado, como debe ser, al presidente de México. Por cierto, ese es el trabajo del periodista.
Siempre se ha dicho que es mejor el exceso de libertad que la carencia de ésta. Además, el comunicador manejaba datos duros y oficiales. Tengo la impresión que el presidente Andrés Manuel López Obrador se dejó enganchar, cayó en una dinámica innecesaria, cuando con toda tranquilidad pudo decir, como es el recurso usual, que la inercia de la inseguridad viene de atrás, que cuatro meses es poco para revertirla, y que aún no arranca la joya de la corona del gobierno de la cuarta transformación, la Guardia Nacional.
Guardia que, de paso, el controvertido periodista Ramos, criticó al sugerir que no era de civiles pues veía muchos militares sentados al frente. Está decidido que sean militares quienes dirijan a esa nueva corporación. La legislación aprobada fue que el mando fuera civil. Finalmente se impuso la inicial decisión del presidente de poner mandos militares.
Si fracasa la guardia, fracasa el gobierno
Así como está el país asolado por la delincuencia de todo tipo, retomar el Estado de Derecho en el país es urgente, aún con el apotegma de Nicolás Maquiavelo de que el fin justifica los medios. Si esa Guardia Nacional con ese mando logra empezar a devolver a los mexicanos la paz y seguridad, habrá de recibir los aplausos de la ciudadanía, en caso contrario el sexenio del actual presidente habrá perdido su gran bono de confianza.
Cerca está el llamado gobierno de la cuarta transformación por afrontar su prueba de fuego, que es pacificar al país con la Guardia Nacional. Es mucho lo que tiene que abarcar, atacar y rendir. Que quien pusieron al frente de la Guardia sea un militar especializado en combate al narcotráfico no puede ser de ninguna manera casual. Precisamente en ese sector delincuencial se halla el germen de la mayoría de delitos.
Si no tiene éxito esa Guardia, también habrá fracasado este gobierno. Se trata del elemento más importante de cualquier sociedad en todos los tiempos, el punto esencial del contrato social, la obligación de quienes gobiernan de brindar paz y seguridad. Sin ellos no hay vida productiva posible, no hay crecimiento y menos desarrollo económico.
Urge la Guardia en Tuxtepec
Los reportajes del periodista Carlos Abad sobre la destrucción de la economía del municipio de Tuxtepec, Oaxaca, luego de casi una década de violencia y asesinatos, son prueba de la urgencia de devolver la seguridad a los pueblos. Prueba de que sin paz no hay economía. La Guardia Nacional, con su secretaría de la Coordinación Territorial para la Construcción de la Paz en Oaxaca,
Karina Barón, ligada a Tuxtepec, debe acometer de inmediato la atención de la cruda violencia en esa municipalidad. Así habremos de creer que de verdad se quiere resolver ese problema esencial de los mexicanos. Sobre todo, haciendo respetar la libertad de expresión, que en Tuxtepec de nuevo recibe andanadas en la persona de Carlos Abad, que por ilustrar la grave crisis comercial de ese otrora boyante municipio, recibe agravios y amenazas.
Todo indica que el gobierno municipal de Tuxtepec, hay evidencias y testimonios, se encuentra en esta otra agresión a la libertad de expresión y el derecho a la información, pero los presidentes municipales son intocables en Oaxaca, por más que se les denuncie y exhiba con pruebas palpables, son intocables, para ellos las leyes no existen.
La Fiscalía general así lo ha demostrado, abiertamente otorga total impunidad a los ediles, ni siquiera los molesta con un citatorio ante las denuncias. Los gobiernos municipales, quienes más agreden a los periodistas, tienen impunidad garantizada. Rubén Vasconcelos falló en su encomienda, no se justifica su estancia en ese cargo, debe renunciar.
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