Cuauhtémoc Blas
La exhibición mundial de la iglesia la Luz del Mundo con su jefe y pastor del más alto nivel, no es más que la confirmación de lo que esa y otras iglesias hacen, sin excluir a la católica. Sin embargo, el poder que estas otras, las llamadas protestantes o sectas, han logrado sobre sus agremiados que más que fieles son sus súbditos dominado y sometidos, es inmenso.
Muy seguramente no pocos hemos tenido una experiencia referida a esas sectas opresivas de sus fieles súbditos. Hace unos años un colaborador diseñador editorial me comentó sorprendido y preocupado: “Mi pastor me dijo que dios le ordenó que mi esposa vaya a cuidarlo por las noches”. No le dijo qué noches, seguramente las noches que dios designara a través del buen pastor.
Al preguntarle si lo permitiría, el diseñador se quedó impávido, realmente estaba en un predicamento, realmente podría cumplir la voluntad que dizque dios le había transmitido al pastor. Entonces contrariado por su aprensión le dije: pues dale a tu mujer, a tu hija y entrégatele tú también. Siguió trabajando, más tarde me dijo su decisión: se cambiaría de iglesia, conocía a otro pastor.
Por medio del personaje pude enterarme de algunos detalles, que el diezmo es estrictamente obligatorio. Que tenía que mostrar cuál era su salario y entregar cada quincena el exacto 10 por ciento. Le pregunté si estos trabajos que realizaba por las tardes que también eran remunerados lo sabía su pastor, respondió sobresaltado que no, que si se enteraban tenía que darles también de esto el 10 por ciento.
Teníamos tiempo para platicar sobre el asunto, el personaje estaba muy atrapado por la secta, pero un poco inconforme con la misma. Mi curiosidad era qué lo hacía estar en esa organización, qué beneficios obtenía. La principal era que le impedía alcoholizarse, enfermedad que padeció durante mucho tiempo, y a la que retornaba cuando se alejaba de la secta religiosa. Olvidé preguntarle si al regresar tenía que reponer los diezmos no entregados en sus ausencias.
Sus borracheras si eran de asustar, una vez lo vi por el rumbo de Santa Lucía del Camino como a las 8 de la mañana, convertido en un auténtico energúmeno, con los ojos rojos, pelos parados, camisa arremangada, aspecto endemoniado. Tanto que tuve que tomar un taxi para alejarme de él.
Comprendí entonces que para evitar caer en esas terribles borracheras quizá hasta era barato que le robaran elegantemente su 10 por ciento. Sin embargo, parte de su familia no estaba de acuerdo, su cuñada me dijo: “Mejor que se lo gaste él, que lo tire, en vez de estarle regalando su dinero a esos vividores”.
Podríamos también comentar de otro pastor religioso con quien hace unos 25 años coincidía en un lugarcito de la Colonia Alemán de la Ciudad de Oaxaca, donde el hijo de dios libaba en grande y pedía mujeres. Entrado en copas con todo cinismo platicaba de sus abusos a sus fieles súbditos. Ya descompuesto, borracho, decía con enjundia: Tengo poder. Era hasta una provocación; olvidé ese lugarcito para evitarlo.
Efectivamente, no otra cosa es lo que han buscado, han tenido y tienen los jerarcas de las religiones en la historia, el poder terrenal. Cuando dejaron de ostentar el poder político pleno, su alianza con el poder civil en turno les ha permitido seguir en el poder. Privilegios, riqueza, impunidad, lo que han querido.
Todo eso es lo que estamos viendo con los senadores y la Secretaría de Cultura en el homenaje al jefe máximo de la Asociación religiosa la Luz del Mundo en el Palacio de Bellas Artes, Naasón Joaquín García detenido en Estados Unidos, acusado del delito de pornografía infantil y abuso sexual. Evento religioso disfrazado del concierto “El guardián del espejo”.
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