Cuauhtémoc Blas
La invasión total del Centro Histórico del Municipio de Oaxaca de Juárez, Patrimonio Cultural de la Humanidad -hasta ahora- es un hecho innegable, impactante, escandaloso, crítico.
Comerciantes establecidos nos comentaron que el comercio en vía pública se ha incrementado en los meses recientes en un 400 por ciento. Nos pareció exagerado, pero no lo es.
El aumento de la invasión a las vialidades eufemísticamente llamado comercio en vía pública es brutal. La capital del estado está herida de muerte por este cáncer.
Zócalo, Alameda, Andador Turístico, lo lugares más emblemáticos de la Oaxaca colonial convertidos en mercados anárquicos. Sobre una acera hasta dos hileras de puestos, ya es demasiado.
La gente tiene que usar el arroyo vehicular para caminar, lo cual es un peligro potencial, sobre todo para las personas de la tercera edad, para quienes hoy el centro es zona vedada.
El Ayuntamiento de Oaxaca tiene la obligación, no sólo como autoridad constitucional, sino como compromiso histórico, de resolver este grave problema.
El edil Oswaldo García Jarquín debe dejar de distraerse y querer distraer la atención de los ciudadanos de los problemas centrales del municipio con sus pleitos con políticos de su misma alianza, con el PT de su par Robles Montoya.
Esos pleitos de comadres políticas carecen de importancia, resolver la invasión total del Centro Histórico es lo trascendente y urgente. Trabajo de primerísima importancia.
Pero no sólo en los días patrios de septiembre, cuando los invasores ya están habituados a retirarse unos dias, previo estímulo esconómico. Se necesita arrancarlos definitivamente de esos lugares más emblemáticos.
Si no iban a poder ejercer la autoridad y gobernar, ¿para qué buscaron el cargo? ¿Cuál es la motivación? Hasta ahora está clarísimo que no es servir al municipio.