*Ausente de Juchitán 30 años, luego de su ruptura con la COCEI en 1989, el pintor no volvió a pararse en su pueblo.
El pintor oaxaqueño Francisco Toledo fue hombre de batallas. Núcleo desde donde se pueden explicar cuestiones históricas. Personaje de arte y letras, su labor como animador editorial y editor de textos fundamentales, es tanto o más importante que su activismo político.
Juchiteco ausente de Juchitán desde 1989, jamás volvió. En este 2019 cumplió 30 años de haber salido y quemado sus naves. Su decepción de la envilecida COCEI, que tanto apoyó y ayudó a encaramarse al poder, lo separó definitivamente hasta de su lugar de origen.
En 1989 descolgó toda su colección de pinturas de la Casa de la Cultura de Juchitán de la que fue fundador y se marchó para siempre, ante la mirada atónita del poeta Macario Matus, director a la sazón de esa Casa. Macario se marcharía poco después, sin el apoyo de Toledo la Casa ya nunca sería la misma. Macario dijo al irse: a qué me quedo, ahora solo cuidaría paredes.
LAS COCEI EN POS DEL PODER
En 1974 nació la COCEI, después de un meteórico crecimiento y consolidación del movimiento juchiteco. En 1981 luego de dos intentos ganó la presidencia municipal de Juchitán. En agosto de 1983 el gobierno con la Cámara de diputados local declaró la desaparición de poderes del municipio. Era gobernador Pedro Vásquez Colmenares.
Hubo un breve interinato, y en enero de 1984 tomó posesión como presidente municipal Javier Fuentes Valdivieso, del PRI. En 1986 se anularon las elecciones y el gobierno del estado solucionó con un Consejo Municipal que integró a coceistas y priistas. Culminó el último sexenio de la vallistocracia oaxaqueña con Jesús Martínez Álvarez, quien cubrió un año de interinato a la salida de Pedro Vásquez. Sector reacio siempre a abrir Oaxaca al mercado nacional y menos global.
Estamos en pleno auge del neoliberalismo y su conquista de todos los mercados. El grupo de De la Madrid con la cabeza visible de Salinas de Gortari, envía a sus emisarios a gobernar y abrir mercados. Heladio Ramírez, echeverrista enciende y apagafuegos, queda como anillo al dedo para apaciguar a la Cocei y otros grupos como Ugocep y MULT. A todos estos grupos se les vinculaba desde sus inicios a ese personaje, Heladio. El genio de los echeverristas era ese, venderse como los negociadores capaces de ponen en paz a los rebeldes, que ellos mismos creaban o alentaban.
Heladio ya gobernador coloca a su hombre de confianza, Felipe Martínez López, al frente del consejo municipal de Juchitán. Se prepara el camino para que el compadre de Heladio, el fundador de la COCEI, el “Mesha”, Héctor Sánchez López, gane sin problema la elección siguiente. Lo que sucede con la mayor facilidad, al poner el PRI de candidato a un “chu”, como llaman allá a quienes no son juchitecos, a un personaje del norte de país que, por supuesto, no hablaba zapoteco, Ramón Caraveo. Hasta los priistas votaron en su contra.
Así, en 1989 Sánchez López gana la presidencia municipal con el registro del novel PRD. Carlos Salinas es presidente de México. Héctor Sánchez recibe insólitamente en el palacio municipal de Juchitán a quien Cuauhtémoc Cárdenas y los perredistas llamaban usurpador.
Se presumían los “buenos oficios” de Heladio con su pupilo Héctor. El caso es que le llovieron recursos federales al municipio juchiteco.
En agosto de 1989 el reportero de Proceso Elías Chávez escribió: “En Juchitán, la esperanza democratizadora degeneró en demagogia y corrupción; la COCEI siguió los mismos pasos del PRI”. Era quizá la primera denuncia importante de la descomposición de ese movimiento.
TOLEDO DESNUDA A LA COCEI
Quien dio pauta a ese proceso crítico ese mismo 1989 fue el pintor juchiteco Francisco Toledo, al retirar su colección de valiosas pinturas de la Casa de la Cultura de Juchitán, “Lichi Guengabianni”. Después de eso, Elías Chávez denunció la corrupción de los coceistas que fungieron como consejeros de la autoridad precedente. Y que continuaría con “Mesha”.
Chico Toledo fue quien le acercó a la seudo revolucionaria COCEI a la intelectualidad crítica de la época: Fernando Benítez, Monsiváis, Poniatowska, entre muchos otros. Con su dinero pagó publicaciones y revistas, tiempo de radio para los mítines y movilizaciones que debían de salvarse de la represión con su difusión. Luego de haber participado de manera fundamental en el posicionamiento nacional de esa organización, con su retiro Toledo le asestaba la más dura crítica, si bien no declaró como otros deslindándose de los falsos redentores.
Fundó y proveyó el pintor a la Casa de la Cultura juchiteca que dirigía Víctor de la Cruz. También este último y Macario Matus, representantes de la intelectualidad íntegra de entonces, abandonaron pronto a la COCEI.
Desde ese año, 1989, Francisco Toledo se ausentó por completo de Juchitán, no volvería a pisar esas tierras jamás, contrario a quienes ahora dicen que no dejó de volver a su tierra. Extraño que no se deslindara de los prevaricadores, como sí lo hizo Víctor de la Cruz. Lo que debería abordar y esclarecer la gente de letras de esa tierra, algo difícil pues casi todos viven del “Cadáver embalsamado de la COCEI”, como dijo De la Cruz. Deja el singular inolvidable personaje incógnitas y tareas importantes.
www.revistaenmarcha.com.mx, lc.blas@gmail.com y @blaslc