Cuauhtémoc Blas
Que el embrión no tiene conciencia sino hasta las 12 semanas, dice la ciencia; que existe la persona desde el primer momento de la concepción, dicen los religiosos. Fuera de estas dos posturas, aun cuando el embarazo no llegue a tantas semanas, el hecho es que ya hay algo o alguien ahí, lo sabemos, y esa sensación también decide fuera de ciencia y religión.
Decisión crucial que se da en el marco de las posibilidades personales, económicas y todo lo que se necesita para traer gente al mundo, y que su inclusión sea satisfactoria: si tendrá un hogar, si se le va a dejar con los abuelos, si se le va a olvidar en una esquina o se va a regalar. En suma, si se le trae a procurarle buen trato o un inminente maltrato. El trauma de la persona que se entera fue regalado, es tal que no sólo desearía haber sido abortada, sino morirse en ese instante.
Tema que confronta fuerte
El aborto es un tema de mucha discusión, polariza y confronta. Más en el caso de la reciente despenalización que se legisló esta semana en Oaxaca, cuando faltó la reforma en la Constitución local. Está despenalizado porque se reformó el Código Penal, es inconstitucional porque está fuera de la Constitución en los nuevos términos aceptados por el Congreso local.
Dicho pendiente ha sido lo más discutido en los medios de comunicación. Aunque no deja de hablarse de un asunto también de trascendencia, las posibilidades reales de atención de miles de cirugías por las instituciones públicas de Salud.
Quienes tienen dinero para una clínica privada, casi no tienen problema, puede ser que ni necesiten esta despenalización, desde hace mucho se sabe de ese servicio en todas o la mayoría de clínicas privadas. Las mujeres pobres son las que necesitan la nueva ley para que sean atendidas en instituciones públicas y no sigan muriendo por abortos en condiciones insalubres.
Pero una cosa son las leyes en el papel y otra la realidad que hace posible aplicarlas o no. Hay tantas buenas leyes que siguen en espera de cumplirse, el derecho al trabajo, a vivienda digna, a la educación...
En Oaxaca no prosiguió la tradición de una academia de calidad en la carrera de Derecho que tuvo en el pasado el Instituto de Ciencias y Artes de Oaxaca, pero si la producción de leyes de vanguardia sin aplicación. Una de ellas es la Ley Indígena que fue muy publicitada, incluso se presumió superior a los Acuerdos de San Andrés, pero sin utilidad. Otra fue la reforma Constitucional del Referéndum de Gabino Cué, que se legisló para no aplicarse.
Lo barato de hacer leyes
También se legisló un supuesto avance de los pueblos indígenas que pasaron de llamarse de usos y costumbres a sistemas normativos internos. En los hechos el avance sugerido es lo contrario, cada vez hay más problemas poselectorales y muertos en esos pueblos que son los más violentos de le entidad. Para los políticos es más fácil y barato hacer leyes inútiles, que atender la realidad.
Con la despenalización del aborto en Oaxaca, estamos francamente ante un caso más de otra ley inocua. Se calculan en alrededor de 2 mil abortos clandestinos en Oaxaca, a los que se suman otros fuera de las estadísticas, de acuerdo a la información oficial. La cifra es muy alta, así como la muerte de mujeres por abortos inseguros.
En los hospitales públicos, del IMSS e ISSSTE, los quirófanos se destinan a operaciones de urgencia. Tres o cuatro meses tardan otros demandantes en espera. En la Secretaría de Salud es peor, incluso el posgraduado Secretario de Salud de Oaxaca ya declaró que no cuentan con la infraestructura para atender abortos. El Hospital de la Mujer sigue sin funcionar a pesar de las inversiones.
Es fácil hacer leyes, lo difícil es atender la realidad.
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