Cuauhtémoc Blas
No hay nada tan impopular como los impuestos, así como el aumento de ese gravamen. Siempre habrá resistencias, pues el gobierno estará por gravar lo más que se pueda y los ciudadanos pagar lo menos posible. Se trata del estira y afloja donde la buena administración de los recursos públicos es fundamental, así como la credibilidad de los gobiernos.
Estas imposiciones han sido de lo más diversas en la historia del país, en la época prehispánica era el tributo que se aplicaba a los pueblos sojuzgados, que tenían que pagarse al poderoso imperio Mexica. En la Colonia Alcabalas, y para la iglesia el diezmo, además de conservar el tributo de los pueblos. Pero fueron tan expoliadores y brutales que llegaron a ser abolidos por la misma Corona española. De ahí que los historiadores sentencien que los excesos y la mala aplicación de los impuestos se asocien a tiranías, dictaduras y gobiernos autoritarios.
En el gobierno de Antonio López de Santa Anna se impusieron impuestos insólitos. Como la contribución por puertas y ventanas exteriores de edificios urbanos y rústicos. Impuestos por posesión de perros y caballos. Además de multas a quienes comentaran o murmuraran contra el gobierno. La coerción que el personaje ejercía era de temer, cargó fuerte contra los salteadores de caminos, condenados a muerte, y en general contra los asaltantes. Se decía entonces sobre Santa Anna, también conocido como “El seductor de la patria” o su alteza serenísima: “Cuando él gobierna, sólo él roba”.
En la historia de Oaxaca, donde se han dado caídas de gobernadores, dos de ellos fueron derribados por el asunto del aumento de los impuestos: Edmundo Sánchez Cano en 1947, y Manuel Mayoral Heredia en 1957. Ambos arribaron al gobierno estatal enviados desde el centro del país por sus respectivos amigos a la sazón presidentes de la república. Desvinculados de la clase alta local, que vivía del comercio usurero y hacía del atraso de Oaxaca su mejor negocio. Los dos gobernantes depuestos coincidieron en la iniciativa de iniciar la modernización de la entidad.
La clase rica local, opuesta frontalmente a cualquier iniciativa de progreso que afectara su manera de enriquecerse con el atraso, teniendo el poder provincial echó fácilmente a los dos atrevidos. Un mito que sostienen algunos es que las placeras de los mercados de Oaxaca tiraron a ambos gobernadores. Ellas sólo fueron carne de cañón de los ricos locales, que las motivaron a la rebeldía, igual que movieron a sus hijos estudiantes del Instituto de Ciencias y Artes de Oaxaca.
Ahora que el gobierno de Oaxaca propuso nuevos impuestos y se retractó, la historia de esos gobiernos afectados por esa misma iniciativa viene al caso. Sólo que ahora una reacción pronta de los asesores de El Cachorro, quizá de su padre, hombre que ha de conocer la historia, con una pequeña influencia en el gobierno de su hijo, pudo desactivar esos peligros.
No sucede lo mismo en el municipio de Oaxaca, donde Oswaldo hijo, sin una influencia similar, necea en sostener el impuesto, contribución o derecho, como se llame la manera de extraerle dinero a le gente, con la imposición de los nuevos parquímetros. Habiendo tantos pendientes en el centro histórico, el ambulantaje, calles a oscuras, inseguridad, los ciudadanos no se muestran dispuestos a aceptar más gravámenes locales.
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