Por el papel de la educación en sí misma, pero también por la importancia política y económica que dicha actividad conlleva en torno suyo en Oaxaca, merece no sólo foros, mesas, libros, análisis, consultas populares, todo lo cual pueda llevar a lograr como resultado un diagnóstico del más grande problema que haya tenido el estado de Oaxaca en toda su historia: el pésimo servicio educativo desde hace décadas y hasta hoy.
De acuerdo a la discusión, entrevistas, acciones, reacciones, pre pleno magisterial y declaraciones sobre el tema de educación suscitadas esta semana que termina, se puede concluir sin duda alguna, que éste es el tema de mayor urgencia y trascendencia de nuestra entidad. No obstante, el deseo de algunos por evadirla.
Pero no se trata sólo de discutir realidades o entretenidas teorías, acá la mayoría de las veces distractoras de lo esencial, antes que nada, para un efectivo diagnóstico necesitamos saber el estado actual de la problemática. Para ello, es preciso realizar algo que se rehúye a toda costa por estos lares: una evaluación.
Buena parte de dicha evaluación ya está hecha, inútil pasar revista a nuestras muy conocidas debilidades, documentadas por evaluaciones coherentes y reconocidas. Ciertamente, nuestras peculiaridades requieren de un tratamiento especial no sólo en materia de evaluación sino en planificación, planes y programas, currícula, calendario escolar, entre tantas otras, pero en general nadie en su sano juicio podrá decir que no estamos en el sótano en materia de aprovechamiento escolar, deserción, eficiencia terminal, analfabetismo, etc.
Los datos duros de esta triste realidad ya los hemos escrito en este espacio hasta el cansancio y en estos días han sido documentados con los nuevos resultados de la prueba PISA de la OCDE. La evaluación de cualquier cosa es dura, pasar revista a nuestras acciones es terrible, de ahí el sufrimiento del personaje de Kafka en su novela “El proceso”, quien acudía voluntariamente a ser juzgado, a donde él mismo se juzgaba. Por eso los chamanes de Huautla de Jiménez advierten antes del viaje interior con los hongos: “Si mataste ni te atrevas”. La evaluación exige una dosis alta de valentía y responsabilidad. Por eso quizá en diversos frentes preferimos evadirla hasta el final.
Por el año de 1983, Jesús Reyes Heroles, el hombre de Tuxpan Veracruz, titular a la sazón de la Secretaría de Educación Pública (SEP), más allá del bien y del mal para entonces, se atrevió como sólo podía hacerlo él, a crear dentro de la SEP apenas una Subdirección de Evaluación. Eran patéticos los resultados de esas evaluaciones, quien esto escribe incursionó en las realizadas a los Institutos Tecnológicos de los estados. Por eso al fallecer el Secretario, marzo de 1985, sin esperar, la burocracia enquistada desde siempre allí, con intereses y una red nacional de corrupción clausuró de inmediato esa Subdirección de Evaluación.
Pero no queda otra más que persistir, sobre todo porque sin componer el servicio educativo de nuestro estado no hay, no existe la posibilidad de hacer algo grande por Oaxaca. Por eso, todos aquellos gobernantes que han expresado haber sentado las bases del desarrollo de Oaxaca han mentido; no hay bases de nada sin una buena educación.
Para iniciar un cambio educativo para bien, es necesario realizar una auditoría externa exhaustiva y eficiente al Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca (IEEPO) desde su fundación, 23 de mayo de 1992, con Heladio Ramírez que la mal parió, pasando por Diódoro Carrasco que la fortaleció en su corrupción; luego Murat que la corrompió de más, hasta Ulises que la dejó en la mayor indigencia, al elevar al 3 mil 500 por ciento la deuda de dicho Instituto.
Si de verdad queremos cambiar a Oaxaca hay que mejorar su educación. Benito Juárez lo sabía cuando dijo al tomar posesión como gobernador de este estado: “Hijo del pueblo, yo no lo olvidaré; por el contrario, sostendré sus derechos, cuidaré de que se ilustre, se engrandezca y se críe un porvenir, y que abandone la carrera del desorden, de los vicios y de la miseria a que lo han conducido los hombres que sólo con sus palabras se dicen sus amigos y sus libertadores; pero con sus hechos son sus más crueles tiranos”.