Santiago Astata, municipio de la Costa oaxaqueña, a una hora aproximadamente de Bahías de Huatulco, junto con Copalita (poblado contiguo a Huatulco), del municipio de San Nicolás del Puerto, constituyen el azote de los turistas, transportistas, comerciantes, vecinos y público en general que transita por esa carretera panorámica. Una semana sí y otra no, una u otra población desde finales del año pasado bloquean la carretera.
Este viernes 25 de febrero un poco más de 70 habitantes de Santiago Astata cerraron la vialidad con rocas, palos, llantas y una manta enorme donde se leía: “Exigimos la presencia de la Secretaria General de Gobierno. Gabino dónde está la paz y el progreso que prometiste”. Un letrero aludía al Instituto Estatal Electoral (IEE) para que entregue el acta de mayoría a quien todos dicen (también los medios locales: Sol de la Costa) ganó las elecciones el 14 de noviembre pasado: médico Isaí Hernández. Naturalmente, las elecciones son de usos y costumbres.
A diferencia de los profes, ellos llegaron puntuales a bloquear: 8 horas en punto. Mujeres y hombres, incluidos de la tercera edad, permanecían incólumes ante las súplicas de los afectados a las 12 del día. Y así seguían a las 16 horas. Ocho horas sin dejar pasar a nadie. Abrieron el paso un rato y se siguieron de largo toda la noche.
Mujeres jóvenes pedían clemencia para sus hijos pequeños que se deshidrataban en automóviles que eran auténticos hornos bajo los rayos del sol; otras por sus adultos mayores. Una joven mujer con problemas de embarazo no dejaba de perseguir a Maricela, líder del bloqueo, entrada en años, 55 quizá, delgada, con pantalón y gorra oscura, mantenía una cara adusta negando el paso a cualquiera. Dueña de la carretera federal, cuya obstrucción es un viejo delito federal que en Oaxaca es vacilada, argumentaba: “Si dejamos pasar a uno van a querer pasar todos”; “No nos gusta hacer esto, pero el gobierno no nos dejó otro camino”.
Isaí Hernández, líder del grupo y candidato ganador de las elecciones usocostumbristas por 20 votos, permanecía alejado, a buen resguardo, pendiente del celular y firme en el acuerdo de la noche anterior: que no pase nadie. Porque el gobierno sabía por lo menos 12 horas antes que habría bloqueo. Y nada hizo para detener el daño. Isaí es de la planilla roja, del PRI, pero en el bando contrario dos planillas se unieron, otra fracción del PRI y una del PRD. Embrollo.
Estos últimos ya bloquearon en el mismo lugar el 18 de enero durante 14 horas. Éstos se oponen a que en nuevas elecciones participe de nuevo Isaí Hernández, o sean no quieren que ejerza sus derechos y menos que les gane. Y el gobierno, junto con el IEE, aceptando esos empeños. Por eso la otra parte, la que hoy bloquea, plantea como puntos iniciales no ver frente a ellos al director de Usos y Costumbres, Jorge Cruz Alcántara, ni a Óscar Cruz, subsecretario de gobierno. Por cierto, sólo el ahora famoso Marco Tulio López, el de Seguridad Pública, envió a dos policías a ¿qué? Llegaron, anotaron que pedían los inconformes y se fueron.
Una joven yugoslava, a quien de inmediato desdeñaron al creerla estadounidense, llegó hasta la sombra que cobijaba a los bloqueadores, explicó razonablemente su necesidad de pasar, temía perder su boleto de avión, pues su costo, dijo, era su salario de un año de trabajo y dijo la cantidad en dólares. Explicó en buen español, todos la veían pero nadie la escuchaba, cuando ella creyó que ya la habían comprendido culminó, e interrogó sonriente ¿Ahora me van a dejar pasar? La gente se rio francamente de ella. Estaba a años luz de que le hicieran caso, la veían fuera de lugar. Lo estaba, ella venia del primer mundo.
Quienes viajaban en camiones de pasaje caminaban poco menos de un kilómetro para abordar otro o un taxi y llegar a su destino. Algunos eran turistas que arrastraban maletas con rueditas. La mayoría era gente humilde con cajas de cartón o maletas menos elegantes. Tendrían que hacer un gasto extra en un nuevo transporte.
Llevar auto era una desventaja, ni modo de dejar el vehículo ahí. Quienes viven y trabajan por la zona platicaban: “Tuvimos suerte que nos tocara cerca del pueblo, hay agua y comida. Cuando nos tocó el bloqueo en La Ventosa (con los chimalapas), la semana pasada, nada, ni agua. Ahí sí estuvo duro”.
El dueño de un camión cargado de mango, era de los más angustiados: “Ya me tocó dos días en La Ventosa, perdí la mayoría de mi producto, ahora otra vez, traigo mi mango de Chahuites, ya no la libro si pierdo otra vez. Si tuviera un patrón perdería mi patrón, pero no, yo soy el que pierde, necesito regresar con dinero pa´mis hijos oiga”. El tipo planteaba un rosario de alternativas: que cada auto les diera 50 pesos, después 100 y quien sabe hasta cuánto propuso más tarde; que dejaran pasar un número de vehículos cada dos horas o cada cuatro horas; que regresaran a bloquear el lunes porque los funcionarios no se iban a molestar en atenderlos en fin de semana.
Los chimas en La Ventosa llegaron a bloquear con una decisión inquebrantable, desde que arribaron y permanecieron ahí armados. Aún viendo eso, ¿a qué jugaron los funcionarios del nuevo gobierno midiendo fuerzas con ellos, dejándolos, sin atenderlos todo un día? ¿Juegan a las vencidas con el sufrimiento de la gente que ahí pernocta a fuerzas? Lo mismo sucede en estas horas en Astata, donde el sábado que escribimos esto aún persiste el bloqueo (15 horas del día) en un total de 31 horas.
Aunque ya estaban por acá, llenos de miedo, sin atreverse a llegar al lugar de los hechos, en Salina Cruz, funcionarios encabezados Fausto Díaz Montes, subsecretario de desarrollo municipal. Igual que con los chimas, todo un día hubo de pasar para atender el bloqueo a la perla del turismo de playa oaxaqueño que así continua su desprestigio: Huatulco. ¿La meta será de dos días también acá? Es demasiado tiempo, los camiones de carga ni siquiera pueden dar la vuelta y tomar otras vías, la carretera es muy angosta.
Con toda y la insensibilidad de quienes delinquen obstruyendo las vías de comunicación, el responsable final es el gobierno del estado que debe garantizar el uso de las libertades de los ciudadanos. Para eso está. Tanto esta experiencia de Astata como la de los Chimalapas que bloquearon en La Ventosa, Juchitán, dos días completos esa importante vía de comunicación que comunica a Chiapas y Veracruz, deja una lectura desesperanzadora.
No hay previsión, no hay plan ya no digamos para negociar como siempre, como en la famosa era priista, mucho menos para hacer efectivas las expectativas de cambio. Las dos o tres consultas que se hicieron en las regiones por el nuevo gobierno, está visto, sólo fueron de ornamento; no se ve ninguna estrategia para atacar, menguar o resolver de manera definitiva, aun a largo plazo, estos bloqueos criminales, que matan a la gente (han muerto como sucedió en año pasado a la altura de Palomares, Matías Romero) y liquidan la de por sí maltrecha actividad económica de Oaxaca. Antes que nada hacen falta operadores políticos capaces.
No se puede estar pidiendo en abstracto el concurso patriótico de todos para avanzar con Oaxaca; tampoco insistir en que la gente entienda que el 4 de julio todo cambio; se necesitan acciones que revelen cambios, atención a los graves problemas y no que se abandonen, planes de acción real del gobierno. Los discursos sirven muy poco para modificar las viciadas y hasta absurdas realidades de Oaxaca. Mientras tanto, al menos algunas botellas de agua que sobraron de la campaña por el cambio debieran mandarle a la gente en los bloqueos y unos sueros vida oral para los niños. En serio.