Es de vital importancia atender lo que pasa en los municipios de Oaxaca. En todas las regiones muchos de los nuevos presidentes hacen y deshacen a capricho del erario y el poder municipal. Situaciones de escándalo que no se atienden. Quizá ahora que Lizbeth Caña Cadeza renunció a la Auditoría Superior del Estado (ASE), alguien sin compromisos viejos pueda atender con eficiencia y eficacia estos latrocinios municipales.
Cerca tenemos a Cony Robles, presidente municipal priista de Tlacolula de Matamoros, convertida en una auténtica cacique de horca y cuchillo, cual si reinara en los tiempos de don Porfirio despliega una agraviante actitud a los ojos de todos. El agravio no sólo es para el único regidor con vergüenza en ese cabildo, que se opone a las barbaridades de tan singular señora, es también para todo el pueblo de Tlacolula, pero sobre todo para todos quienes nos enteramos de su desenfreno.
En esta semana que concluye, de nuevo arremetió con violencia en contra del regidor Agropecuario y Forestal, Walfre Velasco. Mandó a sus esbirros a sacarlo con violencia física de la sesión de cabildo, a la que dicho regidor no fue convocado, como nunca lo hacen la matrona y sus lacayunos regidores; los esbirros lo conminaron a recoger sus cosas y salir para siempre de un espacio del pueblo de Tlacolula.
La estratagema para librarse del único regidor critico e incómodo para este reinado municipal, fue llamar a Andrés Raymundo, aquél que siempre que hay algo que perder como oposición perredista se presta al juego (ya perdió como candidato a presidente y a diputado), y de quien no hay testimonio de haber tomado posesión el 1 de enero. Sin embargo, poderosas razones habrá tenido para dejar su cargo en el IEEPO y regresar a fortalecer el violento cacicazgo de su patrona Cony Robles.
Pero en su elemental pensamiento, Cony Robles siente (así, aunque debería decirse piensa) que ese palacio municipal y todo los bienes públicos son de ella y su familia. Hay que mencionar, por supuesto, que ella ha metido a la nómina municipal a familia y amigos, como el nombre del grupo de musical. El nepotismo tan extendido en nuestras regiones, tienen en Cony a una de sus más conspicuas practicantes, en esa desgraciada maldición que sufre Oaxaca en todos los partidos políticos: la visión patrimonialista de la política y la administración pública. Es decir, la idea de que ella y su familia son dueños del erario, de los bienes y recursos públicos.
Este infausto trienio (si es que termina, por su actitud o porque Robles quiere ser diputada) inició bajo el signo de la ilegalidad, en el primer alarde de prepotencia el 1 de enero tomaron protesta como regidores de ese ayuntamiento dos falsos concejales: María Cruz y Abelardo Soriano. Ambos nunca figuraron en la planilla contendiente por la presidencia, pero los cargos les fueron graciosamente obsequiados por el Instituto Estatal Electoral. Lo que fue echado abajo por la Fiscalía para los Delitos Electorales (FEPADE). Este delito plenamente configurado condujo a la detención de los integrantes del Consejo Municipal Electoral. (ver http://www.revistaenmarcha.com.mx/analisis/693.html).
Era el preludio de la etapa de barbarie que se avecinaba otra vez para Tlacolula, ahora bajo con el sello de una mujer para que no digan que no hay equidad de género. En abierto desacato a la legalidad, la señora presidente expulsa por sus pistolas (literalmente) al regidor constitucional Walfre Velasco, mientras sostiene a los dos evidentemente espurios.
El Congreso local no puede cerrar los ojos ante tanta arbitrariedad y arcaísmo, es preciso someter al imperio de la ley a tanto energúmeno que en tierra de ciegos llegan a reinar. Lo que sucede en todas las regiones de Oaxaca. También cerca, en Xoxocotlán, donde no hay obras y los puestos importantes son para las recomendadas de Jorge Franco Vargas; en Huatulco (Coalición de partidos) donde Lencho Lavariega, otro patrimonialista de la política, tiene a familiares en la nómina y buenos cargos: el tesorero municipal, el director de policía, el agente municipal de Santa Cruz Huatulco son sus parientes, entre otros.
Por ciento, Lencho es acusado de estar desviando recursos para someter a la derrota a Jorge Sánchez, quien es uno de los aspirantes a presidir el codiciado Comisariado de Bienes Comunales de Santa María Huatulco, cuyas elecciones se realizan el día de hoy. Jorge Sánchez, quien se duele que por él Lencho llegó a presidente, le dejó toda su gente y simpatizantes cuando por sus lealtad priista dejó a sus seguidores “colgados” y con el menos apto de candidato, quien hoy lacera a Huatulco. Cerca de ahí, en Pochutla, Enrique Ensaldo, inicia su gestión bajo el signo de la opacidad, sin realizar licitaciones de obras ni informar de los recursos de los ramos 33 y 28, y golpeando a los comerciantes, no obstante que él también es comerciante.
El Congreso local, con mayoría de diputados abanderados de la coalición de partidos, una ASE mejor dirigida y una buena actuación del Instituto de Transparencia estatal (que ojalá pronto ahí también renuncien como Caña Cadeza), podría impedir que esta cadena de atrocidades continúe en los municipios. Apenas y es tiempo.