En zoque Chimalapas quiere decir Jícara de oro. Esas tierras boscosas del llamado trópico húmedo mexicano, el último reducto de selva tropical, lleva ese nombre porque de acuerdo a historia remota los indígenas zoques entregaron a la corona española 25 mil pesos oro en una jícara del fruto del árbol de morro para que aquellos les ratificaran en propiedad esas selvas. Para los españoles esas tierras lejanas eran inservibles pues la voracidad de éstos estaba entonces centrada en la economía monetarista de la época: oro y plata que ahí no había.
De acuerdo a la historia no hay duda de que en los últimos 300 años de la colonia esas tierras pertenecieron a los zoques Chimalapas. Testimonios y datos históricos documentan que Chimalapas empezó a existir como tal en 1685 cuando Domingo Pintado compró 360 leguas cuadradas para la gente de Santa María Chimalapas.
Y en 1967 con base en esos títulos primordiales una resolución presidencial les ratificó dicha propiedad. Santa María y San Miguel Chimalapas poseen títulos desde siglos pasados: del 24 de marzo de 1687, del 15 de marzo de 1850 y del 17 de septiembre de 1883.Títulos que también permitieron a dichas poblaciones obtener la categoría de municipios, naciendo así las municipalidades de Santa María y San Miguel Chimalapas.
Chimalapas es Oaxaca, eso está muy claro con pruebas de historia, testimonios y hasta leyendas. La historia de México documenta que en la conformación de la República mexicana con sus estados federativos, cuando la oligarquía chiapaneca decidió ser parte de México el 14 de septiembre de 1824 venía sin Chimalapas, lo cual puede constatarse en los mapas territoriales de la época en la Biblioteca Nacional de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
La revisión de estos mapas corrobora de manera indubitable este dicho con pruebas irrefutables de las colindancias Oaxaca-Chiapas, tanto en mapas comunes usados en diferentes épocas, como en el Atlas Nacional publicado por la UNAM en 1965. Un mapa oficial del gobierno federal de la que fuera Secretaría de Obras Públicas (SOP) con la que actualizó en 1963 su Carta Carretera no deja duda de que Chiapas no tiene un ápice de Chimalapas (ver mapas en revista En Marcha núm. 39, junio de 2002).
En la misma constitución local chiapaneca de la época de su anexión a México, se halla el testimonio de su carencia de Chimalapas. A pesar de este cúmulo de pruebas de la propiedad absoluta de Oaxaca sobre los Chimalapas el vigente conflicto fue promovido y creado por funcionarios corruptos de la Secretaría de la Reforma Agraria (SRA), quienes desde 1967 cual empleados de los terratenientes, ganaderos y madereros-talamontes chiapanecos iniciaron su embestida legaloide contra Oaxaca. En ese año lograron sacar un decreto presidencial del tristemente célebre presidente de la República entonces, Gustavo Díaz Ordaz, que dotó a Chiapas de manera arbitraria de seis mil hectáreas de esas selvas oaxaqueñas. Y desde entonces la SRA no ha dejado de dotar y reconocer ejidos y centros de población chiapanecos dentro de la jurisdicción de Oaxaca.
En el año de 1999 los invasores dieron un paso importante para sus intereses con el apoyo del Instituto Nacional de Geografía e Historia (INEGI), cuando esta también corrompida dependencia federal publicó mapas donde de facto favorecía a Chiapas al prácticamente entregarle casi 160 mil hectáreas de la parte oriente de los Chimalapas, Oaxaca. Esta arbitraria entrega no cuenta con ningún fundamento legal, con nada jurídico que la sostenga, pero abre la puerta para el saqueo forestal y el abuso de los depredadores ganaderos chiapanecos.
Sin embargo, es necesario resaltar que todas estas arbitrariedades encuentran pasto fácil en la debilidad, casi colaboración de los sucesivos gobiernos de Oaxaca, pues no imprimen energía en la defensa de los intereses oaxaqueños cuando toda la razón nos asiste. Los juristas que conocen de este asunto aseguran que Oaxaca ganaría con toda facilidad una controversia constitucional si nuestro gobierno se atreviera a hacerla. La pregunta es ¿Por qué no la hace?
La inocua Comisión de Límites del gobierno de Oaxaca, de nada sirve más que para pagar salarios. Entre tanto, Oaxaca pierde territorio de manera acelerada ante Chiapas, entidad que ha creado para esto una eufemística sub-región denominada Chimalapas-Cintalapa, donde se asientan ya más de 30 poblados chiapanecos en tierras de Oaxaca.
Pero no se trata de una disputa entre pueblos, entre gente del pueblo, no es contra hermanos chiapanecos usados simplemente como carne de cañón por la rancia oligarquía de esa entidad, que con la colaboración de funcionarios federales ha creado de manera artificial este conflicto, auténtico río revuelto donde medran intensamente terratenientes, ganaderos, talamontes y narcotraficantes.
Chimalapas es el más generoso ecosistema del trópico húmedo de la República al producir el 40 por ciento de los escurrimientos pluviales del país; alimenta lagunas y estuarios que enriquecen de variedades de pesca al Golfo de México y al Istmo de Tehuantepec. En los Chimalapas nacen los ríos Coatzacoalcos, Uxpanapa y Tonalá, así como una parte de los muy caudalosos Grijalva-Usumacinta. Abarca una extensión de 594 mil hectáreas, 460 mil de las cuales pertenecen a Santa María y 134 a San Miguel Chimalapas. Se calcula que se han deforestado 130 mil hectáreas y están en peligro 220 mil más.
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