Lejos están nuestros diputados locales y los partidos políticos de Oaxaca de avanzar en las reformas urgentes que faltan y reglamentos de las que ya han hecho, así como en asuntos más profundos como es buscar una efectiva representación política para los oaxaqueños.
Dos puntos esenciales están pospuestos para una efectiva transición y no quedarnos sólo en la inocua alternancia: 1. Remontar el pasado autoritario, tanto en el marco legal como en las prácticas políticas; y 2. Mejorar el estado democrático con la instauración de nuevas reglas.
No podemos resignarnos a que esa representación política que la mayoría entrega con su voto no corresponda al mandato de las urnas. Se debe regular que quienes lleguen al gobierno del estado a través de ofrecimientos de campaña, al acomodarse en el poder hagan lo contrario y continúen con la misma dinámica de quienes antes combatieron. Un caso paradigmático es la velaría del Auditorio Guelaguetza, rechazada durante los últimos años de Ulises Ruiz, repudiada en la elección de 2010 y paradógicamente reivindicada por el llamado gobierno del cambio. Volveremos con esto.
Algunas de esas reformas que se quisieron presentar como trascedentes no han sido más que de lucimiento. Destaca la del referéndum que se incluyó en la legislación de Oaxaca. Un tema nodal en la agenda oaxaqueña después de la trágica experiencia de 2006, experiencia que, por cierto, impulsó la alternancia en el gobierno que beneficio al actual grupo en el poder.
Sin embargo, ni en este delicado punto se ha sido congruente, pues además que no se ha reglamentado dicha ley, tiene candados que la hacen remota: sólo se puede invocar a los tres años de gobierno estatal. Así Ulises Ruiz no habría podido salir del gobierno con un referéndum pues el motín que lo repudió fue a dos años de su gobierno. Asimismo, se exige el 20 por ciento de los electores para iniciar dicho referéndum. Algo difícil de llevar a la práctica.
La supuesta ciudadanización del Instituto Electoral es similar. Un enviado del gobernador fue impuesto en la presidencia de dicho Consejo, un mediano académico de una “universidad” privada de Oaxaca, quien ganó influencia al negociar sus dudosas encuestas, Alberto Alonso criollo (tramposo a mares. Una vez el PAN le encargó una encuesta que salió favorable al PRD y quería que este tecleador la firmara aparte para favorecer a este último partido). Tipo sin arrestos para un cargo así, quien se ha dejado avasallar por los partidos políticos al entregarles las direcciones ejecutivas del Instituto. Partidos que también se repartieron el Consejo Electoral. ¿Cuál ciudadanización?
Sin embargo, lo más notables, lo más evidente y escandaloso acaba de caer con no menos estruendo: la velaría del Auditorio Guelaguetza. Más de 106 millones de pesos casi dilapidados. Todo mundo estuvo en contra de ese adefesio desde su concepción en el sexenio pasado. Sorprendió que Netzahualcóyotl Salvatierra, encargado de las obras públicas de Oaxaca retomara el proyecto con entusiasmo hasta concluirlo.
Sorprendió que el jefe del ejecutivo dijera que dicho enlonado sería sometido a consulta popular y no se hizo. Por eso ya no sorprende que ahora que el mismo jefe del ejecutivo dijera que se suspendería el puente elevado del cuestionado distribuidor vial de Cinco Señores, Salvatierra lo contradijera el mismo día en que el gobernador hizo ese anuncio y días más tarde reafirmando que nada más los tiempos habían cambiado para ese proyecto, que seguía igual como se “licitó”.
No menos sorprendente es que Salvatierra siga inamovible en el cargo, sobre todo por su responsabilidad directa en la construcción de la velaría. Es directo responsable. Si cayó la velaría, también él debería caer. No tiene como sostenerse. Es indudable, evidente que esa obra no contó con la calidad necesaria al ser derribada por un viento sin demasiada fuerza, como no los puede haber en Oaxaca por su entorno montañoso. No debe dejarse de lado que pudo caer sobre personas en ese teatro con consecuencias trágicas.
Pero qué se puede esperar de un funcionario con el palmarés de Salvatierra. Lo advertimos en éstas y otras páginas desde el arranque de este gobierno. “Como constructor, Netzahualcóyotl Salvatierra López, fue uno de los empresarios beneficiados por el régimen del entonces gobernador de Oaxaca, Diódoro Carrasco. Y es que mientras fungió como administrador único de su empresa Cocoa Constructora S. A de C. V., Salvatierra López le compró al gobierno del estado a precio de ganga 461 lotes en el centro turístico de Bahías de Huatulco, justo tres meses antes de que concluyera ese sexenio.
“Salvatierra, aún es recordado por su atrabiliaria actuación como empresario… A uno de los acreditados (en su fraccionamiento COCOA de Huatulco), que exigió a la constructora de Salvatierra el pago de las reparaciones y arreglos que por su cuenta le tuvo que hacer a la vivienda por deficiencias en la construcción, lo acusaron de extorsión y fue a parar durante casi un año al centro penitenciario de San Pedro Pochutla. (http://revistaenmarcha.com.mx/reportaje/646-netzahualcoyotl-salvatierra-de-empresario-atrabiliario-a-secretario-del-cambio.html)
En la citada publicación se dan los detalles y pruebas con documentos de esa actividad del hoy Secretario de obras públicas con el nuevo acrónimo de SINFRA. Entre esas reformas necesarias para una mejor representación política de los ciudadanos oaxaqueños deberían incluirse candados para que personajes con esos antecedentes no fueran incluidos en ningún puesto público.
Elementos de sobra tiene el gobierno del estado para detener obras innecesarias además de rechazadas por la población, como esa velaría o el puente elevado del distribuidor vial. En la ley de Obras Públicas está muy clara esta facultad del gobierno: “Artículo 58.- Las Dependencias, Entidades o Ayuntamientos contratantes, por causa justificada, podrán suspender temporalmente la totalidad o parte de la obra contratada.” Claro esto supone gastos, pero nunca serán costos más altos que los sociales que hoy vemos. Obras que en vez de unir a la sociedad, le causan conflicto, problemas, división. Y sus responsables impunes y felices.