Todos estaban sudando en la iglesia.
El profe Chepilín miraba la ventana por donde percibía la luz del sol.
En tanto la novia muy contenta, miraba la cara de su novio.
Y éste mire y mire los rayos del calcinante sol de un mayo istmeño.
Su padrino Sumy le hacía señas para que se concentrara en el evento.
El curita pues se dio cuenta.
Y ya para empezar la ceremonia de la boda el curita le dijo:
—Bueno hijo, ¿por qué estás distraído? (esos le llaman hijo a cualquiera), deberías estar contento, ¿qué no hoy te estás casando pues?
Y el menso novio le contesta:
—Cazando es que estuviera yo padrecito, con este sol quien sabe cuánta iguana verde y garrobo negro ya hubiera caído.
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