En un avioncito que cobra carísimo viajaban tres jerarcas rumbo a Puerto Escondido: un político, un religioso y un ONGenero. El avión chafa empieza a fallar, el piloto anuncia que sólo hay un paracaídas y harán una votación secreta para decidir quién lo usa. Ponen sus votos en una caja, y tras hacer el recuento gana el político, quien de inmediato se coloca el paracaídas y se lanza sin despedirse. Mientras lo ven caer los tres se miran perplejos, tristes. El católico comenta resignado:
—Qué bueno que al menos uno pudo salvarse.
—Lo que no entiendo, dice el piloto, es de dónde sacó esos 4 mil 500 votos.
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