Cuando el Shérif Azeituna era diputado (en la época de Juan Frías Pomoenél) había un presidente municipal de un pueblo de la Mixteca (que después, con Odiseo, sería presidente de la bola de agachones y persignados de la Cámara), llamado Exterminio Grutas, al que pocos soportaban por metiche. Los compañeros del turco ya estaba extrañados que el Shérif aún no le pusiera un apodo, como era su costumbre.
Un día, mientras platicaba con un reportero de En Marcha, a la entrada del antiguo recinto legislativo en Avenida Juárez, entró a la Cámara el mixteco y ladilloso edil, saludó a ambos y se dirigió a la oficina de la Gran Comisión.
Apenas desapareció de su vista, el ixtepecano, preguntó al periodista:
—¿Sabes cómo le dicen a Exterminio?
—No. Lo ignoro —contestó el auxiliar de “Humor Oaxaqueño”.
—“El Calostro”, dijo ante la extrañeza del reportero, quien preguntó:
—¿Qué tiene qué ver la primera leche que toma el recién nac…?
—¡Siempre sale con la primera mamada!
Un día, mientras platicaba con un reportero de En Marcha, a la entrada del antiguo recinto legislativo en Avenida Juárez, entró a la Cámara el mixteco y ladilloso edil, saludó a ambos y se dirigió a la oficina de la Gran Comisión.
Apenas desapareció de su vista, el ixtepecano, preguntó al periodista:
—¿Sabes cómo le dicen a Exterminio?
—No. Lo ignoro —contestó el auxiliar de “Humor Oaxaqueño”.
—“El Calostro”, dijo ante la extrañeza del reportero, quien preguntó:
—¿Qué tiene qué ver la primera leche que toma el recién nac…?
—¡Siempre sale con la primera mamada!