Al pueblo de la “Inmortal Sandunga”, llegó el nuevo Obispo Centauro Lana Rollos. Ante tal acontecimiento, se esperaba la presencia de Belcebú Santos, el famoso alcalde divergente que había vencido al PRI, por lo cual, la catedral del lugar se hallaba atestada con lo más granado de la sociedad, así como de gente de todos los estratos sociales y periodistas de todos los medios. El acto también se trasmitía por radio a control remoto
Ante la tardanza del poderoso político, el Obispo tomó le micrófono y comenzó a platicar con los asistentes. Veinticinco años antes, dijo, apenas habiéndose ordenado, el sacerdote fue enviado a la parroquia principal del pueblo.
—Mi primera impresión de este bello pueblo la tuve con la primera confesión que me tocó escuchar —dijo el padre Lanas—. Pensé que se me había enviado a un lugar terrible, ya que la primera persona que se confesó me dijo que le había robado los dulces a sus hermanitos, que les había robado dinero a sus papás, había robado también en el sindicato donde trabajaba… que había vendido plazas por sexo… además de tener aventuras sexuales con la esposa de su director... También en ocasiones se dedicaba a la venta de drogas…
“Para finalizar, aquel perverso confesó que le había trasmitido una enfermedad venérea a su perrita… luego supe que cambió de religión, de donde también lo corrían por robarse la lana de las ofrendas...
“¡Primero me quedé asombrado, asustadísimo! Pero cuando transcurrió un tiempo, fui conociendo más católicos y vi que no eran todos así; vi una feligresía llena de gente responsable, con valores y comprometida con su fe. Hace diez años me fui y hoy regreso como Obispo creyendo que aquel primer caso es el único en Tehuantepec.”
Justamente en este momento llegó el presidente municipal, por lo que se le entregó el micrófono para que dijera su discurso
—Pido disculpas por llegar tarde —inició el profesor Belcebú Santos, y agregó con emoción—:
“Nunca voy a olvidar el primer día que llegó el padre Centauro a nuestra parroquia... de hecho, ¡tuve el honor de ser el primero que se confesó con él...!
Ante la tardanza del poderoso político, el Obispo tomó le micrófono y comenzó a platicar con los asistentes. Veinticinco años antes, dijo, apenas habiéndose ordenado, el sacerdote fue enviado a la parroquia principal del pueblo.
—Mi primera impresión de este bello pueblo la tuve con la primera confesión que me tocó escuchar —dijo el padre Lanas—. Pensé que se me había enviado a un lugar terrible, ya que la primera persona que se confesó me dijo que le había robado los dulces a sus hermanitos, que les había robado dinero a sus papás, había robado también en el sindicato donde trabajaba… que había vendido plazas por sexo… además de tener aventuras sexuales con la esposa de su director... También en ocasiones se dedicaba a la venta de drogas…
“Para finalizar, aquel perverso confesó que le había trasmitido una enfermedad venérea a su perrita… luego supe que cambió de religión, de donde también lo corrían por robarse la lana de las ofrendas...
“¡Primero me quedé asombrado, asustadísimo! Pero cuando transcurrió un tiempo, fui conociendo más católicos y vi que no eran todos así; vi una feligresía llena de gente responsable, con valores y comprometida con su fe. Hace diez años me fui y hoy regreso como Obispo creyendo que aquel primer caso es el único en Tehuantepec.”
Justamente en este momento llegó el presidente municipal, por lo que se le entregó el micrófono para que dijera su discurso
—Pido disculpas por llegar tarde —inició el profesor Belcebú Santos, y agregó con emoción—:
“Nunca voy a olvidar el primer día que llegó el padre Centauro a nuestra parroquia... de hecho, ¡tuve el honor de ser el primero que se confesó con él...!