Hace unos días, en los pasillos del palacio legislativo de San Lázaro, en la capital de la república, Fátima Monteairosa, reportera especializada de la revista Eme-equis, conversaba con varios legisladores federales del norte, cuando se acercó un aspirante a la candidatura del PRI a la gubernatura de Oaxaca llamado Muriel Piedrapómez.
Uno de los interlocutores de la reportera, se vio obligado, por cortesía, a hacer las presentaciones:
— El diputado es el coordinador de la bancada oaxaqueña.
—¡Qué tal, mucho gusto! —, respondió amablemente la reportera, sin mostrar algún otro interés en el sujeto de bigote recortado, lo que provocó sorpresa en el político papaloapense .
–– ¿A poco no me conoces? ¿En serio no sabías quién soy yo? — preguntó el diputado oaxaqueño, mientras sonreía y se alisaba el bigote.
—No, no tenía el gusto—, repuso la comunicadora, para quien, aunque en la Cámara de Diputados hay 500 legisladores, los que sobresalen son unos veinte, entre todos.
—¡Yo voy a ser el próximo gobernador de Oaxaca!—, dijo seguro el ex presidente de Cuencatepec.
—¿A poco usted es el Chucky?—, replicó la periodista.
—¿Qué pasó, qué pasó?... ¿A poco estoy tan feo? —dijo, avergonzado por completo ante la risa franca de los legisladores norteños.
Uno de los interlocutores de la reportera, se vio obligado, por cortesía, a hacer las presentaciones:
— El diputado es el coordinador de la bancada oaxaqueña.
—¡Qué tal, mucho gusto! —, respondió amablemente la reportera, sin mostrar algún otro interés en el sujeto de bigote recortado, lo que provocó sorpresa en el político papaloapense .
–– ¿A poco no me conoces? ¿En serio no sabías quién soy yo? — preguntó el diputado oaxaqueño, mientras sonreía y se alisaba el bigote.
—No, no tenía el gusto—, repuso la comunicadora, para quien, aunque en la Cámara de Diputados hay 500 legisladores, los que sobresalen son unos veinte, entre todos.
—¡Yo voy a ser el próximo gobernador de Oaxaca!—, dijo seguro el ex presidente de Cuencatepec.
—¿A poco usted es el Chucky?—, replicó la periodista.
—¿Qué pasó, qué pasó?... ¿A poco estoy tan feo? —dijo, avergonzado por completo ante la risa franca de los legisladores norteños.