Hace muchos años, el niño Sabino, quien después sería un pintor famoso, visitó la hermosa isla de Cuba acompañando a una delegación juchiteca de la COCEI.
Observando a las bellas cubanas (pensando en ellas como futuros modelos para sus pinturas), el pequeño, muy inquieto, en un momento perdió de vista al resto de sus paisanos y se dedicó a vagar por el enorme malecón de la Habana. Por ahí andaba muy quitado de la pena, cuando se le cruza el Comandante Castro. Al ver Fidel que el niño no lo saluda como cualquier cubano, le pregunta:
—¿Oye niño, sabé tu quién soy yo?”
—No señor, no sé quién es usted, ni me interesa saber.
Fidel muy enojado le dice: “Pue’ como castigo po’ no conocé al comandante Castro, ahora mismo tiene que decime veinte palabra que comiencen con la letra ‘c’, pa’ que más nunca en tu vida se te olvide mi apellido que e’ Castro”.
El niño Sabino, educado en la tradición revolucionaria coceista y conocedor de la realidad del socialismo cubano, le dice: “Compañero, Comandante, Castro: ¿Cómo y Cuándo Carajo Comerán los Cubanos Carne Con Cerveza Corona Como Comen los Cabrones del Comité Central Comunista Cubano...?”
Castro se le queda viendo asombrado, con la barba temblando. Y el niño concluye:
—¿Qué?, ¿me faltó alguna?: ¡Cabrón… ulero!