
“Yo era un comerciante en papelería —cuenta—, en Ocotlán, estando en eso llegó un amigo cuando iniciaba este programa, me ganó la voluntad y conformamos un grupo de 11 personas hace 4 años, sacamos un invernadero de mil 100 metros. La primera producción fue buena y dijeron ‘esto es negocio’ y cada quien por su lado, seguimos como grupo pero cada quien compró su terreno y tiene por lo menos un módulo de mil 500 metros cuadrados, otros tenemos 3 mil. Por ahí me dijo un conocedor ¿quieres quedarte cómo estás uno de mil?, ¿quieres tener vacaciones, una buena casita y un buen carrito? uno de 3 mil, por eso le tiramos al de 3 mil, queremos tener vacaciones”.

¿Usted que recomendaría si alguien quiere trabajar el tomate?
—Que tengan la visión.Yo empecé siendo comerciante pero en papelería. Ahora dicen que saco buenas producciones, y sí, he levantado buena producciones. Lo máximo que habían sacado en mil metros era 25 toneladas yo saco 32 toneladas. La invitación para trabajar en esto es porque es bueno, pues tiene uno trabajo y saca para comer, y puede tirarle a las vacaciones.
“¿Cómo le hago?, la atención a las plantas, definitivamente la atención, una planta tiene vida, una vez me aconsejaron ‘cuando llegues y tengas problema no entres a tu invernadero, le llevas mala vibra a la planta, cuando vengas contento ponles música’ y ahí parecemos locos en el invernadero. Tengo 4 personas de planta trabajando a diario, unos llevan dos años conmigo, creo que la atención, el cariño y la dedicación los 7 días de la semana, yo me dedico por completo al invernadero, para mí no hay domingo, si voy un ratito a una comida pero regreso al invernadero, esa es la clave del éxito.
“En el lugar donde nosotros compramos dos hectáreas corre el agua y no tengo problemas, estoy en la parte baja, el tomate no necesita mucha agua porque el riego es por goteo, no se desperdicia agua, pero hay que tener la necesaria porque es la vida del tomate. La mayor inversión es poner la parte que a uno le toca en el programa Alianza para el Campo en los metros que uno quiera. Un invernadero de 3 mil metros sale en 900 mil pesos a 300 pesos metro cuadrado, uno de media hectárea cuesta un millón y medio de pesos, Alianza pone 750 mil y nosotros la otra mitad.
“Al principio nadie nos creía”
“Cuando empezamos con los invernaderos nadie creía, en San Pedro decían ‘está loco ese’, ‘no sabe’, ‘él es comerciante’. Yo me apoyé en las personas netamente campesinas, les dije ‘hay esta oportunidad vamos a entrarle’. Me dijeron sí, pero al paso del tiempo con las vueltas y las demoras que a veces tenemos para bajar el recurso la gente se desenamora y se va. Hemos demostrado que aprendimos y estamos sacando buenas cosechas. Pero hay que estar ahí, ‘a la vista del amo engorda el caballo’, para mí no hay día de descanso, no hay día de mi santo, allá lo celebro. Yo como parado; hace seis años que no pruebo alcohol, eso me ha ayudado mucho. Estoy aquí desde la 7 de la mañana. Así los proyectos se van haciendo realidad, y esa es la mayor satisfacción que uno tiene”.
Don Diego destaca la importancia de la asesoría técnica, sobre todo en las primeras cosechas, afirma, pues al principio “estamos como ciegos a todo lo que diga el asesor sea bien o sea mal nosotros lo aplicamos, pero sobre la marcha va la práctica y ahí vamos aprendiendo ahora ya dependemos en un 50 por ciento de la asesoría, en lo más necesario”.
Sin problemas de mercado
El productor manifiesta que no tienen problemas de mercado, mucha de su producción se va a Huatulco o a Puerto Escondido, pero aún no pueden atender la gran demanda nacional que exige de 40 a 100 toneladas por semana, pero ya llegará el tiempo en que puedan hacerlo, asegura.
Aunque Oaxaca ya está en el sexto lugar en la república como productor de tomate, Diego Estanislao Ruiz, señala que hay otras zonas que iniciaron y tienen buenos resultados como Ejutla o Santa María Chichihualtepec y Paso del Toro que fueron los pioneros. Los cultivos de tomate en ambientes controlados más exitosos se dan en poblaciones de la mixteca y los Valles Centrales, Ocotlán, Etla, Zaachila, Zimatlán.
Los tomates que se cosechan es el llamado saladet en sus diversas variedades son: Reserva, Sun, Sit, Ransés, Moctezuma, este último es muy bueno, agrega, pues si la charola de 20 kg. de Ransés vale 320 pesos la de Moctezuma vale 650 pesos. No se abusa del fertilizante, pero asegura que lo utilizan en una proporción de 50 por ciento y 50 de orgánicos. “No queremos irnos con puro orgánico para no acabar con la tierra en 10 años, y así nos durará 20 años”.
Entusiasmado el productor asegura; “Voy a seguir con este negocio hasta que me muera, ya me enamoré de los tomates, ahorita afortunadamente tenemos 7 mil metros cuadrados de invernaderos y vamos a sacar un recurso para completar la hectárea, es un grupo de tres, de nosotros con nuestras familias, y si el gobierno nos apoya tenemos un proyecto de 5 hectáreas ahora con otro grupo de 16 y tenemos 10 proyectos de media hectárea. Si no se pueden las 10, que nos apoyen con 5 para sacar dos hectáreas y media, entre 16 ya nos toca como 2 mil metros a cada uno”.
La empacadora
Además, comenta que en Ejutla de Crespo han formamos una sociedad de 60 productores que tienen en construcción una centro de acopio para una empacadora de tomate, para ello, dijo, cuentan con el apoyo del gobierno. “El primer proyecto ya aprobado es de 10 millones de pesos —precisa— constará de maquinaria sofisticada, computarizada, donde el tomate pasará por un proceso de lavado y secado y se va a detectar por lasser la calidad; ya dimos el primer paso, ya se está haciendo el bodegón, ya va”.
El trabajo es intenso, explica, hay que limpiar, polinizar a diario con una bomba de aire, en épocas de lluvia echar a las plantas aire para bajar la humedad, cortar los tomates malogrados para que no afecten el crecimiento de los buenos, combatir a la “mosquita blanca…” Recorremos con don Diego todo el invernadero mientras explica paso a paso, y corta algunos de los mejores tomates para la foto. Finalmente sentencia:
“Platicamos con una persona de gobierno que todo tiene que ir pa’ delante pa’ atrás ni pa’ tomar jalón”. Diego Estanislao asegura con firmeza: “Me motiva la producción y ser mejor, soy bueno pero quiero ser mejor, quizá mi nombre no suene en el Valle pero que suene en una bodega de México, que me llamen y me digan necesitamos tantas toneladas don, y enviarlas. Ese es mi sueño”, culmina con los grandes tomates rojos en las manos.