
Además, mediante una estrategia de marketing político que incluye inéditas llamadas a las estaciones de radio, inserciones de planas enteras pagadas en la prensa escrita e, incluso, el perifoneo y el reparto de volantes, la empresa que según su sitio de internet es “socialmente responsable” busca poner a la base trabajadora contra sus líderes y mover a la opinión pública a considerar a los huelguistas como los causantes de una crisis económica regional.
Los sindicalistas, sin embargo, no atinan a mostrar una posición gremial consecuente, pues paradójicamente ofrecen argumentos a la parte empresarial al realizar declaraciones desafortunadas, como esta: “Si quieren que nos liquiden a todos”, expresada en múltiples ocasiones por el secretario general Andrés Santiago Parada.
Al mismo tiempo, en vez de ofrecer un frente común, unificados, eso de que la unión hace la fuerza es pura verdad, han caído en la provocación de la empresa que busca, precisamente, la aplicación de otro viejo adagio que también es verdad de a kilo: divide y vencerás. Testimonio de ello fue el enfrentamiento entre los obreros este 15 de abril, en donde supuestos anti huelguistas se enfrentaron a quienes hacían las guardias de este movimiento de huelga que es un derecho plenamente garantizado en la Constitución Política de México. El saldo fue de cuatro obreros lesionados.

Pero la actual crisis económica regional que se pretende endilgar al movimiento obrero tiene su origen en el despido de 450 trabajadores cerveceros en enero de este año, así como en la pérdida de trabajo de unos 300 trabajadores de la fábrica de etanol y los mil doscientos desempleados que dejó el cierre unilateral e ilegítimo de la Fábrica de Papel Tuxtepec en noviembre del año pasado. Todo ello agravado por la violencia que se ha instalado en la región, como la masacre del 23 de marzo donde murieron unos seis jóvenes a manos de la delincuencia organizada e hizo que la actividad económica entrara en un costosísimo impasse.
En un hecho también inédito en más de 20 años, la base trabajadora salió a las calles no sólo a demandar el respeto de sus derechos laborales y en particular de su contrato colectivo de trabajo, sino a exigir la salida del gerente general, César López Pineda (a) El Chino. Para algunos, fue precisamente la llegada de este funcionario privado en sustitución de Víctor Macouzet Ocampo, así como la modernización de la planta iniciada en el año 2006 con un costo de más de 470 millones de dólares lo que vino a tensar las relaciones obrero-patronales.
Despotismo de la cervecera
El talante déspota de esos altos ejecutivos de la cervecera —llegan al grado de prohibirle a sus obreros, bajo pena de rescindirles el contrato, tomar otras marcas de cerveza— y la política de reducción de plazas, así como la sub-contratación de actividades antes desarrolladas por los obreros sindicalizados (con el llamado out sourcing) fue el anuncio de esta mala relación que ahora se evidencia en la imposibilidad de emprender un diálogo.
Esta confrontación empresa-sindicato se manifiesta en las constantes descalificaciones que ambos se hacen en los distintos medios informativos endilgándose mutuamente conceptos como cerrazón, mala fe y falsedad de declaraciones. La gota que derramó el vaso ocurrió cuando a principios de año, de la noche a la mañana y utilizando personal policiaco, cuatrocientos cincuenta trabajadores fueron corridos de la empresa con el argumento de una disminución en la demanda de productos.
La empresa prefiere llamar a esos despidos “desvinculación”, pero según el líder de los trabajadores, Andrés Santiago Parada, la producción ascendía a 17 de los 63 millones de hectolitros de cerveza que produce el Grupo Modelo. Lo que subyace en el fondo, ha dicho el dirigente, es la intensión de destruir al sindicato, darle paso a las empresas que sub-contratan ya el 30 por ciento del personal, que carecen de sindicato y por supuesto de prestaciones.
El chantaje: cerrar la fábrica
La empresa, por su parte, en voz del gerente de relaciones interinstitucionales, Raúl Rodríguez Márquez, ha dicho que mantiene su interés en resolver el conflicto y sentarse a dialogar, pero sin tocar el tema de los 450 despedidos, de los cuales al menos 220 ya aceptaron su liquidación. Como parte de la estrategia para poner a la opinión pública en contra del movimiento obrero, el funcionario dejó entrever la posibilidad de que la factoría cierre sus puertas al igual que lo hizo en noviembre del año pasado la Fábrica de Papel Tuxtepec.
Rodríguez Márquez busca justificar la posición empresarial al decir que la cerrazón de los líderes obreros es porque éstos sólo buscan obtener beneficios personales, como son las liquidaciones extraordinarias cuando al culminar su representación sindical también busquen separarse de la empresa. Y es que ha sido tal la política antigremial de la factoría que los últimos dirigentes sindicales han renunciado a la empresa una vez concluido su periodo.
La sociedad, ¿qué dice?
A todo esto empresarios locales, siempre tan reacios a la compra de publicidad, sospechosamente se han unido para pagar costosos desplegados de prensa –los precios fluctúan entre los 10 y 20 mil pesos por página- condenando la “cerrazón” y la búsqueda de “intereses particulares” de los dirigentes gremiales. Otros más, como un supuesto grupo de trabajadores de Cervecera que pagó una página entera en diversos medios el 16 de abril, se suma a la versión de que la fábrica podría cerrar sus puertas por la lucha sindical y abona en la desconfianza hacia la dirigencia sindical y su “asesor externo” –como si el asesor tuviera que ser interno o el hecho de no ser tuxtepecano lo hiciera menos capaz u honesto.
Otros desplegados en similar sentido tienen los nombres de al menos 30 empresas que laboran para la cervecera y entre ellas sobresalen algunas que curiosamente desarrollan la sub contratación de actividades que antes desarrollaban empleados sindicalizados. Obviamente sus trabajadores no se benefician del reparto de utilidades de la Compañía Cervecera. El resto son empresas que le venden productos o servicio a la fábrica en huelga.
Lo que sobresale, en todo ello es la capacidad que los “abajo firmantes” han desarrollado para acordar el sentido del desplegado y lo que es todavía más increíble, la decisión de desembolsar recursos económicos para el pago de la costosa campaña de medios. Eso sí, rubrican sus comunicados haciendo “un atento llamado a la base trabajadora, líderes sindicales y a todos aquellos que intervienen en esta acción -¿por qué no escribieron Compañía Cervecera del Trópico?- a que antepongan los intereses del pueblo de Tuxtepec priorizando el diálogo y la negociación…” Lo que olvidan los suscribientes es que si mejoraran los empleos y prestaciones de la base trabajadora ellos también saldrían ganando pues habría más dinero para gastar en la región.
Futuro pesimista
Lo que nadie duda es que las pérdidas económicas son sin duda millonarias para la empresa, pero debido a su poder económico todo es muy poco ante las pérdidas de los trabajadores que viven de su salario y de muchos tuxtepecanos que viven (algunos al día) de las actividades que se crean en torno al trabajo diario de la factoría: taqueros, fondas, mecánicos, etc.
El futuro de este conflicto se visualiza de nuevo negativo para los más débiles, los obreros, igual que en Fapatux donde la parte empresarial logró sus propósitos después de chantajear con irse de Oaxaca y finalmente reabrió el viernes 16 de abril, con una plantilla de 400 trabajadores y una comandancia regional de la Agencia Estatal de Investigaciones a lado para protegerse seguramente de los “agitadores” que reclaman sus derechos laborales como el tan elemental de irse a la huelga. Todo ello en plena celebración de los 100 años de la “revolución” que dio paso al artículo 123 Constitucional y la Ley Laboral.