San Pedro Pochutla.- Luego de que se diera a conocer con bombo y platillo que la agonizante administración municipal de Pochutla, encabezada por el todavía edil José Manuel Ricárdez López, consiguió que la Secretaría de Educación Pública (SEP) autorice la clave y edificación de una escuela de nivel superior en este lugar, los pochutlecos se cuestionan con verdadero desconcierto; “¿acaso el presidente cree que sus paisanos no tenemos memoria?”.
Si bien, la mayoría de pobladores asume como un acierto la instalación de un plantel de educación superior, y es un hecho que las autoridades encabezaron la gestión y obtuvieron un terreno con recursos públicos; no hay que dejar de lado que será el gobierno estatal quien ejecute la construcción del edificio con recursos federales, por lo que a decir verdad, al gobierno de Ricardez López le salió barato el Tecnológico.
De manera contrastante, a quién no le ha salido barato mantener al actual gobierno durante casi tres años, es, sin lugar a dudas, al pueblo de Pochutla.
Son los pochutlecos quienes han perdido por la opacidad, el incumplimiento de obras, la protección de funcionarios que delinquen, la promesa de grandes proyectos que nunca se cumplieron, y de manera particular, por la galopante corrupción que ha envuelto, de principio a fin, a esta administración, y que ha traído consigo la vergonzante aparición de nuevos ricos en un pueblo pobre.

“Es un hecho histórico, sin precedente”, cacarean las autoridades al referirse al Tecnológico, mientras tanto, el ciudadano de a pie -el que tiene que caminar con el sol a plomo por las calles polvosas que el flamante edil nunca pavimentó, a pesar de haberlo prometido en campaña y firmado ante un actor disfrazado de notario público- ese ente que no es tomado en cuenta más que en épocas electorales, se repite una y otra vez, “lo que es histórico y sin precedentes es el cinismo de las autoridades”.
Cómo no sentirse agraviado y hasta ofuscado con un personaje que, literalmente ofreció la luna y las estrellas, no solo durante su campaña, sino a lo largo de toda su administración. La mayoría de ciudadanos aún mantiene el fatídico recuerdo de las falsas promesas de campaña, por mencionar algunas: la renovación del sistema de agua, la pavimentación o repavimentación en arterias y colonias del casco, la central de abasto y mercados zonales, el embellecimiento de la plaza central –y no solo un techito-, y una larga lista más de etcéteras.
Y es que para muchos, la simulación como forma de gobierno, ha sido el pan de cada día este presidente municipal ha recetado a sus gobernados, y para muestra, algunos botones.
La fallida Pochutla 3000
A pocos meses de iniciar su gobierno y después de la presión ejercida por diversos sectores de la sociedad, José Manuel Ricárdez se aventuró a afirmar a mediados del 2009, que el comercio en Pochutla “por fin tendría otro rostro” con la creación de un pomposo módulo de abasto y tianguis denominado “Pochutla 3000”.
Por medio de engaños, el edil aventó al ruedo a las firmas empresariales O Mais Belo, S. A. de C. V., y MV Arquitectos, S. A. de C. V., para que proyectaran un complejo comercial que incluiría la venta de locales y bodegas. Fue así que en septiembre inició la construcción y promoción del ambicioso proyecto, sin que los inversionistas hubieran reparado en un detalle omitido por el presidente, y que terminó por alejar la añorada inversión: en Pochutla no existe la propiedad privada, como el munícipe les hizo creer, y por tanto, no existían garantías para quienes administraran o compraran los espacios comerciales.
Como era de esperarse, los empresarios no volvieron, engañados y decepcionados por un edil que, con tal de “sacudirse” la responsabilidad de resolver los problemas de abasto de su pueblo e invertir en los mercados zonales ofrecidos en campaña, o en la construcción de una central de abasto en forma; pretendió engañar a otros.
¿Embellecimiento de la plaza?
El 15 de junio de 2008, funcionarios municipales encabezados por Ricárdez López, anunciaron públicamente el proyecto de embellecimiento de la plaza central, cuyo costo ascendería a 20 millones de pesos.
Respaldado en un despacho de arquitectos que presentó el plan ante reconocidos comerciantes del casco poblacional, el presidente ensalzó un lujoso y moderno plan para el histórico zócalo pochutleco, que incluía la creación de un nuevo edificio de dos plantas que sustituiría al espacio en el que se alojan la cancha de usos múltiples y pequeños locales comerciales de comida.
Además, se construiría un moderno estacionamiento subterráneo y otros espacios dignos del primer mundo. El tiempo pasó y el proyecto, que supuestamente sería consultado con la ciudadanía, nunca se concretó.
A poco más de dos años del anuncio, y con un cuadro severo de amnesia, la máxima autoridad difundió que al fin el parque se tornaba “hermoso” con las adecuaciones que se realizaban –y que, por cierto, nunca fueron consensadas-; tan sólo un techado de la cancha que antes pretendían derribar, y la construcción de unas cuantas jardineras, sustituían el suntuoso plan del embellecimiento inicial. De todo ello solo hay una certeza: si bien, el proyecto final no hace más bello el parque; para su fortuna, si resultó mucho más barato.
Bulevar de la ignominia
Mención aparte merece el ya muy conocido “bulevar de la ignominia”, que no es más que la cereza del pastel de la transa institucionalizada, y que, para no variar, en el trienio actual ha constituido un pretexto más para hacer del erario un portento de la desfachatez.
Luego de erigirse en una de las obras más caras de la historia, por los actos de corrupción que ha entrañado de parte de varios gobiernos municipales, el boulevard “Alberto Gallardo Blanco” de esta ciudad no pudo escaparse de las manos de la actual administración. A finales de mayo del 2009, en plena época electoral, el presidente y sus regidores informaron sobre la reconstrucción total de la vía, pues señalaron, “se trata de darle una nueva cara a Pochutla”.
La nueva fisonomía de la principal vía de acceso al centro de la población, costaría ni más ni menos que 10 millones de pesos.
Luego de varios altibajos en su edificación y a poco más de un año del anuncio, la obra fue puesta en marcha con severos cuestionamientos sobre el diseño y la calidad de los materiales empleados, al grado de que a unos cuantos días de inaugurado, y como resultado de la temporada de lluvias, el bulevar ya se encuentra en pésimas condiciones en ciertos tramos. ¡Y eso que se trataba de una obra de gran relumbrón! Eso se llama política a la pochutleca.
La lista de oprobios es interminable. ¿Qué pasó con la promesa de allegar a los pochutlecos tiendas de autoservicio como Wal Mart y Aurrerá? ¿Dónde quedó esa magna obra que solucionaría el problema del funesto abastecimiento y calidad del agua? ¿Qué pasó con el panteón?, ¿acaso también los empresarios a los que el presidente –mañosamente- delegó una responsabilidad municipal, se dieron cuenta del señuelo?
Transparencia, talón de aquiles
A estas alturas, y con la proximidad de un nuevo gobernante, los pochutlecos han caído en la cuenta de que para que cualquier autoridad se gane el respeto y la confianza de sus ciudadanos, debe privilegiar la transparencia en el manejo de recursos públicos; un ejercicio que Ricárdez López y sus allegados jamás pusieron en práctica.
No se necesita ser demasiado perspicaz para darse cuenta que a este gobierno lo que menos le interesó, fue rendirle cuentas a sus gobernados.
Si la realidad fuera otra, por qué a un año de que, como ciudadana, quien escribe esto, solicitó al honorable ayuntamiento -haciendo uso de las atribuciones que poseemos quienes habitamos en esta entidad- información sobre el manejo de recursos en varios rubros; la autoridad ha hecho caso omiso al respecto.
A pesar de que con base en la Ley de Transparencia y Acceso a la Información vigente en el estado, y luego de no obtener respuesta, interpuse un recurso de revisión y queja de inconformidad ante el Instituto Estatal de Acceso a la Información Pública (IEAIP), y éste a su vez ha hecho llamados constantes al edil para que conteste las preguntas por mi formuladas, Ricárdez López ha evadido una y otra vez su responsabilidad.
¿A qué le temen las autoridades? Por qué si en cada oportunidad se ufanan de ser un gobierno que cumple con su pueblo, no son capaces de contestar preguntas tales como; ¿cuántos viajes ha realizado el edil, quiénes lo han acompañado, y cuánto dinero público se ha gastado en eso?
Qué de malo hay en que la gente sepa cuánto dinero ha ingresado a las arcas municipales por concepto de sanciones administrativas y cuál ha sido el destino final de tales recursos. O ¿cuánto se asigna mensualmente a las agencias de Pochutla?
Por qué no detallar los bienes y riquezas plasmados en la declaración patrimonial del presidente municipal al momento de ocupar el máximo cargo, y lo que posee actualmente.
Estas y otras preguntas no tienen todavía respuesta a casi un año de haber sido formuladas; o al menos, no de manera formal, porque, quién podría negar que los carros de lujo del edil y sus parientes cercanos, las escandalosas fiestas familiares, las propiedades en Pochutla y el Istmo, y presuntas cuentas bancarias del munícipe y sus allegados, son la más explícita y aberrante respuesta sobre la forma en que se gasta el dinero que, sin que suene a lugar común, es del pueblo.