COLUMNAS >> Humor Oaxaqueño
Los jueces y sus mujeres
Dos jueces del Tribunal Superior del gobierno de la morralla se encuentran en la amplia puerta del Motel “El delicioso árbol”. La situación es singular, cada uno de ellos va con la mujer del otro.
Tipos disciplinados y respetuosos, prudentes y morigerados, el menos viejo deja que el mayor hable primero:
— Debido a la situación tan peculiar por la que atravesamos, lo más adecuado y correcto es que cada uno se lleve a su mujer en su automóvil. ¿Qué le parece?
La respuesta del aludido fue inmediata:
--- De acuerdo por completo con usted en que esa medida es la más cercana a lo correcto, sin embargo colijo que no exactamente la más justa.
--- ¿Por qué arguye usted eso colega?, responde el proponente.
— Porque usted ya se bate en retirada del inmueble y un servidor apenas viene arribando.
Los excesos y la cura
Un político bastante deteriorado de salud, por tantos excesos en su azarosa, tormentosa y dispendiosa vida, llegó a ver a su médico. Éste lo recibió como siempre:
—¡Bienvenido Campeón!
— Optimista, el enfermo político o político enfermo pregunta al médico:
— Doctor, dígame ¿verdad que mi cáncer tendrá cura?
El médico le responde con similar optimismo:
— Claro campeón, ¡Tendrás cura, misa, velorio, novenario, carroza y puede ser que hasta el grupo musical Los caciques!
Lola Riegavavas, se identifica
En un pueblo de la costa gobernaba una presidente municipal cuyo nombre le quedaba, como decían los lancheros, al puro chilazo: Dolores Riegavavas
Un día viernes, día de reventón, acudió Riegavavas a cambiar un cheque a una sucursal del Banco Suda-mexicano. Esa vez no se auto emitió un cheque de alta denominación, apenas uno de 500 mil para disfrutar con sus amigos en la Pitaya, antro de moda.
-A ver tú, cajera, cámbiame este cheque.
-Con mucho gusto señora, ¿me permite su identificación?
-Nunca traigo identificación. Yo soy Lola Riegavavas, presidenta de este pueblo costeño, chamaca.
-Sí señora, pero tengo auditoría y ya sabe como son, y me debe mostrar una identificación, su pasaporte o su credencial para votar con fotografía.
-Que no traigo identificación, pregúntale a quien quieras: soy Lola Riegavaaavaaas, ¡Y porsupuestamente que alguien aquí debe conocerme, ¡no seas necia!
-Lo siento, señora, pero son reglas institucionales. Cuando vaya a un banco debe usted llevar siempre consigo una identificación.
-Pues no traigo y me urge cambiar este cheque, y no me digas que consiga nada, exclamó fastidiada.
-Mire doña Lola, podemos hacer lo que hicimos en otros casos: hace días vino Rombo Avenidas con el mismo problema, no traía identificación y para probar que era él, sacó un montón de periódicos viejos y se puso a regalarlos, y así comprobó que era en verdad el muy mentado periodista Rombo Avenidas. También vino Gordi Fufufiolfds sin su credencial de elector, entonces retó a unos rounds a los cajeros y cuando ellos salieron a enfrentarlo, les dijo: “Los voy a madrear”, y al ponerse éstos en guardia agregó: “pero políticamente”. Así se comprobó que era en realidad el temible Gordi Fufufiolfds. Entonces, ¿puede usted hacer lo mismo para probar que es la presidente municipal?
Riegavavas se quedó pensando…pensando…y pensando durante un buen rato, hasta que por fin dijo, agotada.
- Señorita, la verdad es que estoy nerviosa y nada más se me ocurren puras locuras y pendejadas.
-¿Billetes grandes o chicos, señora presidente?
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