COLUMNAS >> Humor Oaxaqueño
Chepilín, se casa o de caza
Todos estaban sudando en la iglesia.
El profe Chepilín miraba la ventana por donde percibía la luz del sol.
En tanto la novia muy contenta, miraba la cara de su novio.
Y éste mire y mire los rayos del calcinante sol de un mayo istmeño.
Su padrino Sumy le hacía señas para que se concentrara en el evento.
El curita pues se dio cuenta.
Y ya para empezar la ceremonia de la boda el curita le dijo:
—Bueno hijo, ¿por qué estás distraído? (esos le llaman hijo a cualquiera), deberías estar contento, ¿qué no hoy te estás casando pues?
Y el menso novio le contesta:
—Cazando es que estuviera yo padrecito, con este sol quien sabe cuánta iguana verde y garrobo negro ya hubiera caído.
Diputado bembo
Era un paisano medio gordo metido en un traje nuevo y grande recién llegado a diputado local por obra y gracia de su familia de alcurnia política rural que se encontró con un compañero suyo también diputado.
El novel diputado apenas estaba imbuyéndose de la vida de la ciudad, pero como buen muchacho que prefiere preguntar para aprender que quedarse con la duda y su ignorancia preguntó a su compañero diputado al sonar el teléfono celular de éste:
—¡Ey!, ¿qué marca es tu celular?
El amigo responde orondo
—Blackberry
Y el bembo diputado le contesta
—¡Jó! ¿Bravo mero es ese perro no?
Dos Gallinas
Un compañero militante le dice casi solemne a otro compañero militante:
—Compañero, si tuvieras dos casas, ¿donarías una a la revolución?”
—¡Sí!, responde el compañero militante con énfasis e irguiendo el pecho.
—Y si tuvieras dos autos, ¿donarías uno a la revolución?
—Sí, donaría uno a la revolución compañero, dijo dando un paso al frente.
—Y si tuvieras un millón en tu cuenta bancaria, ¿donarías la mitad para la revolución?
—Lógicamente lo donaría, repuso el orgulloso compañero.
—Si tuvieras dos gallinas, ¿donarías una para la revolución?
—¡No!, respondió el compañero militante.
—¿Pero por qué una gallina no si donarías una casa, un auto y medio millón de pesos?
—Porque las gallinas si las tengo, compañero militante.
La manteca erótica de Chepil
Tres profesores de la élite dirigente se encontraron durante el típico plantón magisterial de mayo en El Jinete, cantina de alcurnia “nita” ubicada en el antiguo pueblito zona de tolerancia de antaño. Hasta ahí llegó fuertemente custodiado el maistro Chepil, máximo jerarca recién casado y mejor apadrinado igual que los otros dirigentes en ascenso, jóvenes y briosos, dispuestos a lidiar al toro que les pusieran enfrente.
Antes de entrar a negociar sus posiciones en la Asamblea General cada uno platicó cómo le había ido con sus nuevas mujeres.
—Anoche le di masajes a mi esposa con un aceite de oliva finísimo —dijo uno de ellos—, luego hicimos el amor apasionadamente. La hice gritar durante 5 minutos.
—Anoche —dijo el otro— le di masajes a mi mujer con un aceite perfumado afrodisíaco que me trajo “La Maestra” Elba de África, luego hicimos el amor. La hice gritar 10 minutos.
—Anoche le di masajes a mi esposa con manteca de puerco —dijo Chepil en su oportunidad—, le unté y acaricié toooooodo el cuerpo con la manteca, luego hicimos el amor. La hice gritar dos horas seguidas.
Los dos trabajadores de la educación preguntaron asombrados:
—¿Dos horas?, ¿y qué hiciste para hacerla gritar tanto tiempo? ¡Eche la fórmula profe!
—Me limpié las manos en la colcha.
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