La novia del tatamandón
Un empleado de medio pelo de Soplade, quien se rascaba las partes nobles mientras maldecía su suerte, fue llamado a la oficina del jefe.
-Te vas de Administrador Municipal a Sondelaria, le dijo.
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Un empleado de medio pelo de Soplade, quien se rascaba las partes nobles mientras maldecía su suerte, fue llamado a la oficina del jefe.
-Te vas de Administrador Municipal a Sondelaria, le dijo.
Los lisonjeros empezaron a ensalzar el triunfo arrollador de Sabino Cuezco Vallegrave, cuando antes le decían iluso que de nuevo habrían de reventar en tribunales. “Qué hombre, mi Sabinote, eres todo un tsunami apá”, decían ahora.
Un presidente municipal de un muy jodido pueblo costeño, Solendaria Colxicha, que recibía muchos millones de pesos de participaciones, pues además de pobreza había sospechas de que de esa zona había surgido un grupo armado, quiso hacerse rico en tres años.
Para evitar delatores de sus transas contrató como tesorero municipal a un contador sordomudo.
Casi al final de su último año de gobierno quiso conocer el monto de sus “ahorritos”, y fue cuando descubrió que el tesorero había desviado 20 millones de pesos.
Cuando el presidente le fue a preguntar por esos millones, se hizo acompañar de su abogada, quien conocía el lenguaje de los sordomudos.
El presidente municipal le pregunto al tesorero: ¿Dónde están los 20 millones que te chingaste?
La abogada, con señas, tradujo la pregunta. El tesorero respondió igual, por supuesto.
- Yo no sé de que están hablando, tradujo la abogada.
Al ver que se le iban sus “ahorritos”, el presidente sacó una pistola calibre .357 mágnum y apuntó a la cabeza del contador, furioso:
- Pregúntale de nuevo...
La abogada le dirigió otras señales al acorralado sordomudo:
- Este pinche loco más ratero que tú te va a matar si no le dices donde está el dinero.
El tesorero respondió de inmediato:
-OK, ustedes ganan, el dinero está en una valija marrón, de cuero, enterrada en el jardín de la casa de mi primo Melquiades, en el Nº 400 de la calle Netos, Sector H3 de La Crucecita en Huatulco. Mi primo no está ahora pero regresará en dos meses.
El presidente municipal preguntó ansioso a la abogada.
- ¿Qué chingaos dice esa ratota?
- Dice que se la pela y que chingue usted a su madre, que no tiene miedo de morir y que le faltan huevos para apretar el pinche gatillo...
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