En el Puerto de las maravillas
En el “Puerto de la maravillas”, como denominó un ocurrente a Salita Baches, seguramente nomás por sus maravillosas mujeres pues el rancho está pa´ llorar, un joven vendedor ambulante trabó amistad con un regidor del ayuntamiento.
Para ganárselo la Rafi, regidor de pésima reputación, le ofreció de todo hasta conseguirle una planta en la Refinería Antony Duvalín Coime de Pomex. Eso era demasiado por lo que el jovenzuelo acudió a sus padrinos quienes le aconsejaron tratar bien a su mecenas: dale algo de dinero y de comida y de todo lo hizo.